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Vuelve 'Stranger Things': Monstruos a este lado del espejo

Se ha hecho esperar, pero la tercera entrega de Stranger Things ya está aquí. Ocho episodios que estrena este jueves la plataforma Netflix y que a buen seguro más de uno (y de dos) devorará al completo en cuanto esté disponible.

Aunque para el espectador han pasado dos años, para los chicos de Hawkins han transcurrido apenas unos meses, desde finales de 1984 al verano de 1985. Un tiempo en el que los niños y sus cómplices adultos, el sheriff Jim Hopper (David Harbour) y Joyce Byers (Winona Ryder), han tratado de dejar atrás los eventos que entrelazaron sus vidas para siempre y que creen superados tras cerrar Once (Millie Bobby Brown) el portal a esa otra siniestra dimensión.

Los personajes

En un primer momento, parece que sí, que han conseguido pasar página. La pandilla de Will Byers (Noah Schnapp), Dustin Henderson (Gaten Matarazzo), Mike Wheeler (Finn Wolfhard), Lucas Sinclair (Caleb McLaughlin) y la propia Once (Eleven, para quienes sigan la serie en inglés), a la que se unió Max Mayfield (Sadie Sink) en la última tanda, prepara la celebración del 4 de julio -Día de la Independencia de EEUU y fecha escogida por Netflix para el estreno- con esa mezcla de excitación y laxitud en la que transcurren, desde que el mundo es mundo, las vacaciones de verano de los niños.

Los que ya no son tan niños, Jonathan Byers (Charlie Heaton), Nancy Wheeler (Natalia Dyer) y Steve Harrington (Joe Keery), pisan por primera vez el mercado laboral, con los dos primeros haciendo prácticas en un periódico (pasar tanto tiempo juntos minará su relación) y el último en una heladería, donde compartirá mostrador con una de las incorporaciones de esta temporada, Robin (Maya Hawke, hija de Ethan Hawke y Uma Thurman).

Hopper y Once, protagonistas de una de las relaciones más enternecedoras de la serie, siguen ajustándose el uno al otro, como padre e hija casi primerizos (Hopper perdió a una hija hace ya mucho y lo más parecido que Once ha tenido a un padre fue el doctor Brenner, el científico que experimentó con ella durante años), con el sheriff sobrellevando como mejor puede el romance entre su hija y Mike y dando él mismo los primeros pasos hacia algo similar con Joyce.

"La nostalgia ochentera"

Este es el punto de partida de los ocho nuevos episodios de la serie creada por los hermanos Duffer que se convirtió en un título de culto desde su mismo debut en 2016 y en cuya promoción se sigue insistiendo, ahora como entonces, en esa idea tan rentable de "la nostalgia ochentera". Por suerte, el elemento ochentero es un marco temporal que aporta contexto pero que se queda en eso. No hay aquí una miríada de guiños, homenajes y referencias innecesarios cuyo único objetivo sea suscitar "¡ohs!" encadenados en espectadores que se pasen los episodios señalando con el dedo a la pantalla cada vez que cacen un huevo de Pascua.

Ni siquiera los monstruos son el centro de la trama. Sería injusto reducir su papel al de un mero Macguffin, pero su peso narrativo es muy inferior al de quienes tienen que enfrentarse a ellos. En Stranger Things, como en todas las buenas historias, lo importante son los personajes, cómo afrontan las cosas que les pasan y cómo van creciendo con cada peripecia.

Los monstruos

Pero que nadie se confunda. Aunque el secretismo rodea a la producción (y a la promoción, con largas listas de cosas por las que los periodistas no pueden preguntar a directores y actores y, obviamente, tampoco comentar en sus medios), por lo visto en los avances publicados hasta ahora está claro que habrá monstruos. Y no al otro lado (en el Upside Down), ni bajo tierra o dentro de Will, que nunca se recuperó del todo de la posesión. Once cerró la grieta, sí, pero algunas criaturas no cruzaron el espejo de vuelta rumbo al país de las pesadillas.

Esos monstruos se han quedado en Hawkins y buscan un nuevo anfitrión. Lo encontrarán en un personaje al que conocimos en la segunda temporada y cuyo papel pasa ahora a primer plano: Billy Hargrove (Dacre Montgomery), el hermanastro de Max.

Un antes y un después para la serie

Todo esto es lo que se desprende de las imágenes distribuidas, que pueden apuntar por dónde irá la historia o simplemente jugar al despiste. Cualquier opción sería válida, porque los hermanos Matt y Ross Duffer y el resto del equipo guardan con celo todo detalle, salvo alguna pista ocasional deslizada durante la campaña de promoción.

Como que esta temporada supondrá un punto de inflexión para la serie (está por ver si habrá una cuarta), que se ha apostado por decisiones narrativas que pueden resultar polémicas y que el episodio que la cierra, La batalla de Starcourt, es el mejor y el más impactante de cuantos han rodado hasta ahora.

Los más impacientes (y los que dispongan de tiempo para ello, claro), podrán averiguar desde este mismo jueves si es o no cierto. En cuanto a los demás, los no tan impacientes o con menos tiempo para devorarla de un tirón, ya saben lo que tienen que hacer: ponerse a salvo de los espoilers. No será fácil.

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