La Virgen de los Dolores de Carmona y la de Alcalá del Río protagonizan en vísperas de los días santos dos procesiones que se caracterizan por las estéticas antiguas que predominan en ellas.

La leyenda envuelve la devoción a este icono pictórico y las procesiones de traslado que protagoniza en plena cuaresma.

La cofradía más joven del municipio sale la madrugada del Miércoles Santo con un cortejo regido por la más absoluta austeridad.

La patrona de esta localidad de la Vega saldrá el domingo de la Parroquia de la Asunción y no el sábado como estaba previsto por la probabilidad de lluvia. Su manto es el precedente directo del camaronero de la Macarena.

La cofradía de Jesús Nazareno y la Virgen de los Dolores son la mejor síntesis de una Semana Santa que recupera su esplendor tras superar los envites de la historia. Ambas devociones se fusionaron en 1952 tras la debacle que supuso la guerra civil para sus hermandades.

Cada año tiene lugar en Alcalá del Río uno de los actos más peculiares de la Cuaresma: la Bajada de la Virgen de los Dolores en un paso que es legado del siglo XVIII.

La Semana Santa de este municipio es una de las más ricas, tanto en el patrimonio material como en sus ancestrales tradiciones. La cercanía con la capital no le ha impedido conservar la idiosincrasia de esta celebración a lo largo de los años.

La Semana Santa de Osuna vive un momento especial la mañana del Viernes Santo, cuando Jesús Nazareno y la Virgen de los Dolores llegan a la colegiata. Se trata de dos de las imágenes de mayor valía artística que atesora la provincia.

El Cristo de Confalón y la Virgen de la Soledad conservan en sus pasos la estética genuina de esta localidad. El crucificado es portado a hombros y la Dolorosa sale sobre una peana atribuida a Duque Cornejo.

La leyenda cuenta que el crucificado fue hallado por varios campesinos en un pozo.