San Fernando

El isleño Pablo Bernal publica el libro 'Viaje a través de los relojes del Museo Nacional de Artes Decorativas'

Pablo Bernal con el libro 'Viaje a través de los relojes del Museo Nacional de Artes Decorativas'

Pablo Bernal con el libro 'Viaje a través de los relojes del Museo Nacional de Artes Decorativas' / D.C.

"La relojería en los museos en España muchas veces está olvidada respecto a la pintura, la escultura y otros bienes culturales". Con su trabajo desde hace unos años el licenciado en Humanidades y experto en relojería antigua Pablo Bernal intenta paliar este déficit. De hecho, tras ser comisario de la exposición El arte del tiempo, una muestra temporal que pudo visitarse en el Museo Nacional de Artes Decorativas entre noviembre de 2021 y febrero de 2022, apenas hace unos meses que acaba de publicar Viaje a través de los relojes del Museo Nacional de Artes Decorativas, un encargo de la Asociación de Amigos del Museo y del Ministerio de Cultura.

Bernal inició sus investigaciones en patrimonio cultural en patrimonio arqueológico y militar. En 2019 participó en el ciclo Culturínsula en San Fernando con una conferencia sobre Monumentos militares de San Fernando. El patrimonio naval de los siglos XVIII, XIX y XX. A la relojería llegó por casualidad. "Estaba cursando un Máster de Estudios Avanzados en Madrid y tenía que hacer unas prácticas curriculares en alguna institución. Ya había trabajado en el museo con lo que se llamó La Pieza del Mes, así que hablé con la directora y le pregunté si podía hacer las prácticas allí. Me sugirió si quería encargarme del estudio, conservación y difusión de la colección de relojería", cuenta el investigador isleño.

Así, por sus manos pasaron para hacer una revaloración unos 300 relojes que fue sacando del almacén, mientras consultaba la bibliografía existente –la mayoría en francés e inglés–, a expertos en la materia y de otras disciplinas o el archivo histórico del museo para saber la procedencia y la fecha de compra del objeto. "Hice comparativas con otras piezas existentes en España o en el extranjero", añade. Prácticamente, era un trabajo sin apenas desarrollo al no haber profesionales en España que traten la materia. Como asegura Pablo Bernal "he encontrado un filón, ahí sigo y no creo que lo deje".

Tras la exposición, la Asociación de Amigos del Museo de Artes Decorativas y el Ministerio de Cultura le propusieron sacar el libro con datos divulgativos, "no tanto de corte científico, sino con los datos básicos de cada reloj, la tipología, sus características formales y técnicas". Esta tarea le llevó prácticamente un año, desde la clausura de la muestra hasta un año después cuando entregó la primera versión. "Se alargó más de lo esperado, entre la revisión de las fichas de cada reloj y las imágenes. En un libro de este tipo son importantes las fotografías, que no solo reflejaran las esferas sino también los mecanismos y las partes traseras", explica el experto en Patrimonio. No hubo presión ni de la entidad ni del Ministerio, sino total confianza, la misma que disfrutó por parte de la dirección y el personal del Museo, !gracias a mi periodo de prácticas".

En la preparación del libro pudo contar además con un diálogo continuo con especialistas de la asociación en joyería, mobiliario o platería, también con los técnicos del Museo Nacional de Artes Decorativas. "Son disciplinas implicadas en la relojería. Puede haber relojes de madera por lo que está vinculado al mobiliario; de porcelana o cerámica, con piedras preciosas o ser un gran trabajo de metal", detalla el autor.

Tipo de relojes

De las piezas que ha manejado se queda con dos "relojes nocturnos". Comenzaron a fabricarse en Italia a mediados del siglo XVII. Eran relojes de sobremesa que tenían como objetivo dar la hora por la noche, cuando para verla había que levantarse, encender un candil y acercarse. Además estaba el mecanismo que hacía ruido. Los relojes nocturnos, sin embargo, tenían un mecanismo especial, llamado escape silencioso, y su esfera no era opaca. Los números estaban perforados y dentro tenían una vela que permitía iluminar los números", describe.

El museo dispone de uno que forma parte de su colección fundacional y otro que el Ministerio adquirió recientemente. "Iba a ser exportado fuera de España para un subasta en Londres. Pero para llevarlos fuera los bienes culturales con más de 100 años de antigüedad requieren una autorización del Ministerio de Cultura, que denegó la salida. Durante seis meses puede comprarlo y así fue", desvela. "Para mí fue especial", admite Bernal, porque, de hecho, fue él quien elaboró el informe contrario a la salida que motivó la decisión ministerial.

En Viaje a través de los relojes del Museo Nacional de Artes Decorativas el autor hace un recorrido histórico y tipológico de la relojería. Empieza por los cuadrantes solares (conocidos como relojes de sol), para seguir con los de sobremesa, los relojes de pared y los mal llamados relojes de bolsillo. "Deberían llamarse relojes personales porque el bolsillo es un invento de finales del siglo XVII y ya antes había relojes de este tipo que se colgaban al cuello o se cogían con un broche a la ropa", matiza. A ellos se suman los relojes de pulsera, "los que están más pendientes de investigar, porque con la relojería de cuarzo se avanza mucho más".

El experto en relojería antigua ha comprobado cómo se aprecia el trabajo en este campo y ha seguido adelante, una "gran decisión" porque la relación con las instituciones es constante. "La relojería se había quedado estancada", asegura. Por eso escribe artículos científicos de la colección del museo o del "reloj más caro del Ministerio de Cultura, uno con la caja hecha en acero damasquiano por Plácido Zuloaga, que es una de las piezas estrella que hay que difundir", y ha publicado otros con el Museo Arqueológico Nacional, el Museo del Traje o el Museo Cerralbo. Acaban de confirmarle una publicación sobre los relojes del Museo Naval, donde estuvo con una beca durante un año.