Coronavirus Cádiz

“Es inhumano, aún no tenemos sus cenizas 18 días después”

  • La familia de una anciana de la residencia de Alcalá del Valle, que murió en La Línea y era natural de Torre Alháquime, no tiene todavía sus restos

Mercedes, una residente de Torre Alháquime que estaba en el asilo de Alcalá del Valle, con una de sus sobrinas.

Mercedes, una residente de Torre Alháquime que estaba en el asilo de Alcalá del Valle, con una de sus sobrinas. / D.C.

Mercedes, una de las usuarias de la residencia de Alcalá del Valle, murió hace 18 días en La Línea víctima del coronavirus y su familia asentada en Torre Alháquime aún no tiene en sus manos sus cenizas para llorarle en la intimidad y depositarlas en el lugar que escojan.

Al dolor de esta familia se suma al golpetazo de no poder despedir a Mercedes como se merecía cuando murió; la desazón de que la trasladaran el día 24 de marzo de la residencia municipal de Alcalá del Valle, donde se desató un brote que infectó a 60 personas, hasta La Línea sin que la Junta de Andalucía, que tomó el control del centro tras el contagio masivo, les comunicara el destino al que la llevaban a ella y otros 27 abuelos y se enteraran por los medios de comunicación.

Al dolor contenido se suma la rabia de ver cómo cuatro indeseables apedreaban el autobús y las ambulancias donde viajaban los ancianos, incluida Mercedes, antes de llegar el destino. Y si fuera poco, a esta suma de sumas se añade la incomprensión de la familia al enterarse de que la llevaran hasta en dos ocasiones a dos hospitales, al de Ronda y al de La Línea, por las complicaciones que el coronavirus le estaba haciendo en su anciano cuerpo de 92 años y la devolvieran otra vez, no saben muy bien por qué, para atrás sin ingresarla.

A todo ese desgarro, su familia se ha tenido que enfrentar también a lo largo de estos 18 días a otra odisea burocrática con la funeraria y la aseguradora de la finada que resume así: “Aún no tenemos sus cenizas. Es inhumano lo que estamos viviendo. Ha sido un infortunio por todos lados desde que se detectó el brote en la residencia hasta el día de hoy porque depende de la funeraria o la aseguradora que te toque tendrás suerte o no de despedirte en condiciones del familiar”, dice Cristóbal Ortega, el marido de la sobrina de Mercedes, que pone voz a un relato que ni en el peor de los sueños se figuraban que iban a vivir en carne propia.

Los parientes de Mercedes Villalba, que era soltera y en su juventud había sido monja, recibieron una llamada el día 28 a las 11.15 horas de la mañana, desde La Línea, lugar que la Junta de Andalucía había decidido llevar a los ancianos contagiados de Alcalá del Valle. “Se los llevaron sin comunicarlo aunque pensamos que estaban bien atendidos allí”. A través del teléfono, una voz les comunicaba el fallecimiento. “Y ahora qué hacemos, pensamos. Como tenía su aseguradora, planteamos traernos su cadáver hasta Torre Alháquime e incinerarla cerca de aquí, en Osuna. Pero se nos denegó. No lo entendemos puesto que otro anciano de la residencia murió en Villamartín y está enterrado en Alcalá del Valle. Se están trasladando a otras personas desde Madrid a Córdoba y otros destinos para incinerarlos y a nosotros no nos dejaban”, afirma Cristóbal.

Incluso, la familia de la finada intentó mandar a una persona por servicio de mensajería para recoger las cenizas, pero no les dejaron. “El mismo día de su muerte, que fue el 28 de marzo, nos emplazaron a recoger los restos de la cremación después del 11 de abril porque estaba el estado de alarma y había confinamiento total. No nos dieron más opciones como, por ejemplo, habernos otorgado un salvoconducto para ir personalmente, con el coche, hasta La Línea. Y ahora, ironías de la vida, en el modelo de solicitud que nos han mandado para ir a recoger sus cenizas pone expresamente que las podíamos haber retirado cinco horas después de la cremación. A ver en qué quedamos. Dentro del sector funerario hay una anarquía total. Depende con quién te topes tendrás más suerte o pasaras una odisea para tener las cenizas de tu familiar. Y encima, ahora nos dicen que, si antes del 28 de abril, no vamos personalmente a por las cenizas, la funeraria se hará cargo y determinará su destino final”, recriminan los allegados de Mercedes.

A esta anciana natural de Torre Alháquime la trasladaron a la residencia de Alcalá del Valle en octubre de 2011 porque una caída, que le partió la cadera, le impedía vivir sola como hasta entonces, en Sevilla. La última vez que la vieron su sobrina directa y la hija de ésta, Concha, fue el pasado 27 de febrero. Nada hacía presagiar lo que vendría después. Y no es otra cosa que dolor y estupor por cómo se han desarrollado los acontecimientos. Por eso, su sobrina nieta Concha, a la que le gustaba tanto visitarla en su residencia cuando regresaba a su pueblo de sus estudios en Málaga, escribía en su duelo esto: “Contigo he vivido tantos momentos con tantas despedidas que significaban un ‘hasta la próxima’, que me cuesta asumir que este sea nuestro final”. Descanse en paz, Mercedes.

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