Diario Cofrade

Puro Viernes Santo en San Fernando

  • La Isla apura la última tarde de procesiones en una jornada de lo más clásica y marcada por los matices de sus cofradías en la calle 

El Cristo de la Sangre, a su llegada a la Iglesia Mayor Parroquial.

El Cristo de la Sangre, a su llegada a la Iglesia Mayor Parroquial. / Juan Antonio Sánchez Bernal (San Fernando)

La última tarde de procesiones, irremediablemente, siempre se queda corta y sabe a poco. Es lo que tiene que el final se vaya acercando, sobre todo cuando se ha esperado por tanto tiempo. Este Viernes Santo ha regresado a La Isla siguiendo la brillante estela de los últimos días y de la madrugada, que han estado marcados por el mejor tiempo posible y por unas calles llenas de público alrededor de sus cofradías. No se puede pedir más.   

La tarde del Viernes Santo despierta siempre con la hermandad de los Desamparados y el impresionante Cristo de la Sangre en la plaza de San José.

Es el punto de partida de esa jornada en la que imperan las cofradías de negro, la música de capilla, los tambores templados, las marchas clásicas, los mecíos sobrios... Y en la que La Isla apura también esa última tarde de la Semana Santa que empieza aquí, en este rincón de siempre y con este espectacular misterio avanzando sin música y a pasos cortos para salir a la calle Real.  

Por eso, porque es la última tarde de cofradías, todo sabe a poco y todo, además, transcurre a una velocidad de vértigo en el Viernes isleño. Desamparados es la primera, sí. Pero en menos de hora y media las tres cofradías de la tarde están ya en la calle. Y poco después de las diez de la noche ya han pasado las tres por la Carrera Oficial. La tarde del Viernes, prácticamente, vuela y las horas que le quedan a la Semana Santa isleña se van consumiendo como si fueran la luz de un cirio de recogida.  

Aunque el Viernes Santo, por la naturaleza propia de sus cofradías, es también esa jornada en la que las hermandades de penitencia muestran otra cara más íntima, más recogida, más solemne... Y eso hay que saber apreciarlo, hay que saber verlo en la calle y saber disfrutar de todos los matices que brindan sus cofradías. 

Así es, desde luego, esa escena tan habitual que el cortejo de los Desamparados y el palio de la Virgen de los Desamparados brinda mientras sube la calle San José como si no hubiese habido de por medio un paréntesis de dos años marcado por la pandemia. A esas horas del Viernes -la hermandad salió a la calle minutos después de las seis de la tarde- es cuando la calle empieza a llenarse de gente. 

La cofradía, además, ha estrenado recorrido en estos primeros momentos de su salida procesional al llegar este año hasta la Alameda tras salir de su capilla. 

El regreso del Viernes Santo isleño en esta hermandad se ha vivido además en medio de una destacada fecha, la del 25 aniversario de la bendición de su dolorosa, que volverá a salir el próximo 7 de mayo para dirigirse a la parroquia de San Francisco y celebrar allí una función conmemorativa en el mismo lugar en el que la talla se bendijo en 1997. 

Santo Entierro y el gran cortejo 

El Viernes Santo más puro ha vuelto a desplegarse a lo largo de la calle Real esta tarde con el gran cortejo de la Semana Santa isleña, el de la hermandad del Santo Entierro

Servidores de librea, representaciones, comisiones militares y compañía de honores de infantes de marina, niños nazarenos vestidos de hábito carmelita, túnicas de ruán... La procesión de las procesiones, la de la hermandad 'oficial' de la Semana Santa isleña, se ha puesto en marcha al filo de las siete de la tarde desde la iglesia conventual del Carmen en una tarde de nuevo espectacular y especialmente concurrida -sobre todo en los tramos más céntricos de la calle Real a media tarde- que ha hecho olvidar completamente esos malos momentos que se vivieron en los primeros días. 

Porque la ciudad ha disfrutado de una tarde de Viernes Santo auténtica, plena y rica en matices cofrades especialmente con el cuidado cortejo que acompaña al paso de la urna del Santísimo Cristo Yacente, que tanto gusta ver a los isleños y que no se veía en la calle desde la Semana Santa de 2019. 

Ese momento en el que la cofradía, con todas sus representaciones institucionales, civiles y militares, se despliega a lo largo de la calle Real viene a ser como la gran puesta en escena de la Semana Santa isleña y viene también a poner de manifiesto esa antigua simbiosis que existe entre la ciudad y la que sin duda es su mayor celebración.

Basta ver cómo estaban las calles estos días para darse cuenta de ello. Eso, claro, en la primera parte del recorrido, porque en la segunda -a su regreso- la cofradía muestra su otra cara, que también gusta ver especialmente: la de la hermandad de negro, la que vuelve en silencio y con las luces apagadas por la plaza del Carmen hasta que la Virgen del Mayor Dolor en su Soledad brinda esa recogida que sabe a despedida.  

En el cortejo ha procesionado de nuevo la Corporación Municipal bajo mazas y presidida por la alcaldesa, Patricia Cavada, como viene siendo habitual. También ha vuelto a contar con una nutrida representación militar como es también tradición de Viernes Santo.  

La tarde de la Soledad 

La tarde del Viernes Santo es, ante todo, una tarde de tradiciones. Y la de la salida de la hermandad de la Soledad, la cofradía de penitencia más antigua de La Isla, es una de ellas. A las siete y media de la tarde se han abierto las puertas de la Iglesia Mayor para que la cruz de guía abra camino por el centro de La Isla al cortejo que acompaña al silente misterio del Cristo de la Redención y al derroche de elegancia cofradiera del que siempre hace gala ese antiguo paso de la Virgen de la Soledad, portada por su cuadrilla de la JCC y acompañada por el repertorio más clásico de la banda Maestro Agripino Lozano

La cofradía vive este Viernes Santo como antesala de esa gran celebración que es el 275 aniversario fundacional de la hermandad, cuyos actos -que incluyen una procesión extraordinaria para la jornada del próximo 1 de octubre- se presentaron durante la pasada Cuaresma y arrancarán el 30 de abril, en apenas dos semanas, con la función de apertura que oficiará el cardenal Carlos Amigo. 

Así que la salida de esta tarde supone, como siempre lo es en toda hermandad, el colofón a todo un año de trabajo, pero también, en este caso, el principio de un año que se dispone a hacer historia en la cofradía. 

La hermandad ha sido además la primera en pasar por la Carrera Oficial y adentrarse en una calle Real completamente llena de gente. El día de fiesta, sin duda, se ha notado -suele ocurrir siempre- y ha contribuido a tirar de la gente para disfrutar de las cofradías de la última tarde de procesiones. Porque la Semana Santa isleña no acaba el Viernes Santo, no. Pero casi. 

A media tarde, además, hay un momento en el que confluyen los dos cortejos de las hermandades que históricamente han compartido el Viernes Santo, Soledad y Santo Entierro, en apenas unos metros, lo que atrae todavía a más gente. Pero más allá de eso, la jornada sigue siendo la de ese Viernes Santo de siempre en La Isla que se dividía en dos, el de las representaciones en el Santo Entierro y el de la elegancia cofrade de la Soledad.  

La hermandad, al salir de la Carrera Oficial ha dado la vuelta por Sánchez Cerquero para continuar luego por la plaza del Rey y Las Cortes buscando ya esas calles en las que su recorrido se torna más auténtico. 

Un austero cierre para la jornada 

La suprema austeridad marca la procesión de la hermandad de Nuestra Señora del Rosario en sus Misterios Dolorosos, que a las once de la noche ha emprendido desde la Iglesia Mayor Parroquial su recorrido hasta el cementerio isleño. 

La hermandad se encarga de cerrar la jornada del Viernes Santo, que agota ya sus últimas horas. 

Como siempre, una nutrida penitencia acompaña a la Virgen sencillamente ataviada de blanco y portada en una sobria parihuela que ni siquiera lleva exorno floral. 

Los hermanos van rezando continuamente el rosario. 

Nada más salir, el cortejo se ha adentrado por la Carrera Oficial aunque apenas había público en los palcos. 

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