El nuevo curso político ha arrancado en La Isla con el mes de septiembre y, sobre todo, con la colocación de la primera piedra del futuro parque comercial de Janer. Tras 22 años de espera –desde que cerrara la antigua Escuela de Artillería y Dirección de Tiro de la Armada– que el proyecto salga al fin del limbo en el que ha estado dos décadas y que comiencen las obras de urbanización con una inversión de 25 millones de euros y una previsión de crear 400 empleos supone una buena noticia para La Isla, poco acostumbrada a que las cosas empiecen hacerse realidad (esta semana, por ejemplo, se han cumplido también 13 años del inicio de las obras del tranvía en la calle Real).

Aunque otras dos obras –la remodelación de La Magdalena y de la plaza del Rey, ambas a punto de formalizar ya su adjudicación– marcan también la línea de salida del nuevo curso político dada su indiscutible trascendencia, sobre todo cuando ya se ha superado el ecuador del mandato e irremediablemente los partidos políticos empiezan a pensar en las próximas elecciones municipales de 2023.

La relevancia de ambas inversiones –aunque difícilmente la obra de La Magdalena vaya a estar terminada antes de que acabe el mandato– hace pensar que acaparará el debate político en estos dos años que restan.

Aunque sobre la mesa hay otras inversiones, claro: el nuevo equipamiento náutico del muelle de Gallineras, la piscina de la Ronda, el alcantarillado de la barriada Bazán ya iniciado con la prórroga del contrato del agua, el paseo de La Almadraba, el nuevo parque que se levantará junto a Fadricas II... Y más allá de los estrictamente municipal, La Isla espera la terminación de la remodelación que el centro comercial Bahía Sur emprendió tras la marcha de El Corte Inglés, apertura de Primark incluida (prevista para finales de este año).

El nuevo curso político, no obstante, tiene también que afrontar una espinosa cuestión que ha dado mucho que hablar a lo largo del último año y que ha suscitado numerosas muestras de rechazo entre la ciudadanía: la demolición de las ocupaciones ilegales –casetas y negocios de hostelería– que ocupan la playa de La Casería. Aunque los meses de verano han dado una tregua, Costas sigue adelante con sus planes para despejar la zona de dominio público maritimo terrestre y acometer un proyecto de regeneración de la playa.

Y, por supuesto, está la pandemia y sus consecuencias. Tras una exitosa temporada de conciertos y actuaciones, el equipo de gobierno –que ya ha empezado a hablar de unos nuevos presupuestos municipales– parece decidido a recuperar la normalidad perdida con la crisis sanitaria en una ciudad que vive de una manera especial la calle y en la que el comercio y la hostelería tienen un peso específico en este sentido.

De ahí que a finales de agosto anunciara ya el programa de actividades que tiene previsto celebrar para Halloween y queincluso haya dado el primer paso en firme para recuperar las grandes cabalgatas de Reyes y de Carnaval al licitar el contrato de las carrozas.

Devolver la actividad económica a los niveles anteriores a la pandemia se presenta así como una de las grandes prioridades del nuevo curso político que ahora acaba de comenzar.