'El Lebrijano', leyenda y reivindicación
El cantaor Juan Peña, 'El Lebrijano' recibe el premio Leyenda del Flamenco en la Venta de Vargas El artista sevillano recuerda su trayectoria profesional y su amistad con Camarón
Juan Peña El Lebrijano ha recibido el premio Leyenda del Flamenco. Se le reconocía el haber "grabado con letras de oro" su paso por el flamenco. Ayer, la glosa del periodista de Lebrija Antonio Atienza daba cuenta de esta trayectoria, que el homenajeado más tarde redondearía, con el recuerdo siempre presente de su amigo José Monge, Camarón de La Isla. Ya leyenda, como resalta este premio, Juan demostró en la Venta de Vargas, más allá de su faceta artística, otra cara: la reivindicativa. Primero, pidiendo a la alcaldesa, Patricia Cavada, que "no se olvide del flamenco en una tierra de cante". Después, demandando "que nos quiten el paro que hay, somos un país pobre y nos han hecho más pobre".
Juan Peña se mostró ayer como un hombre sencillo y sin embargo complejo, fruto de la experiencia, de la que ha aprendido a tener los pies en el suelo y los ojos y oídos bien abiertos para conocer la realidad que le rodea. Sabe que la vida del artista a veces es muy dura y otras veces está llena de privilegio. Sabe que es cuestión de arte, pero también de trabajo duro. Sabe que la muerte joven de Camarón fue para mayor pena, pero también gloria. Por supuesto sabe que junto a la amistad que le unía al cantaor de La Isla también crecía una rivalidad sana. "¿Ahora con quién compito?", fue la pregunta que se hizo con el adiós de José Monge.
Todos estos recuerdos vinieron a su memoria al visitar la Venta de Vargas, ver las imágenes de José Monge, sostener la miniatura de la estatua de Camarón que le entregó la alcaldesa, Patricia Cavada . "Me falta un centímetro para llorar", decía ya con la distinción en sus manos, "este ser tan grande". Fueron momentos de aplausos, vitores y lisonjas. De Lolo Picardo, como portavoz de la comisión de la Venta de Vargas, la revista La Fragua, Flamenco de La Isla y el programa La Fragua de Radio La Isla que concede el premio, escuchó decirle que era sinónimo de "respeto, sabiduría y cante grande", de "flamenco de cinco jotas", de "innovación, de compás, de arte". Antonio Atienza, periodista de Publicaciones del Sur, lo definió como "el cantaor más grande la historia", con "1.000 razones" para refrendarlo. "Juan Peña se puso en esos terrenos en aquellos tiempos en los que la pléyade de críticos flamencos y flamencólicos que había podía prácticamente asesinarlo como al César -explicó-. Se metió e hizo cuatro obras cumbres": Palabra de Dios a un gitano, Persecución, Ven y sígueme y Encuentros, con la orquesta andalusí de Tánger. "Era un hombre de romper moldes". En 1992 con Tierra se unía a la conmemoración del quinto centenario del descubrimiento de América.
La regidora isleña lo comparaba con otra leyenda, no podía ser de otro modo ayer: "Él, como Camarón, son ejemplo del respeto a la técnica, la cultura y la música flamenca, pero siempre rompiendo moldes". Tras sus palabras El Lebrijano no dudo en pedirle "no como compañero de carné, sino como compañero del alma que todo lo que pueda hacer por el flamenco lo haga". Sus reivindicaciones, curiosamente en un día tan personal, fueron más allá, después antes los micrófonos: "Lo que hace falta es que la gente tenga trabajo, que no haya pobreza. No me gustan esos contratos de tres meses, un año, de medio día. Lo vamos a pasar mal con eso".
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