Diez años de "aprendices" de libreros en Puerto Real

CULTURA

El sueño de Pepe Garrido y Lourdes Pineda, la Librería El Aprendiz, celebra este domingo coincidiendo con el Día del Libro su décimo aniversario en el centro de Puerto Real

La imagen fija de un mundo paralizado

Lourdes Pineda y Pepe Garrido en la Librería 'El Aprendiz'
Lourdes Pineda y Pepe Garrido en la Librería 'El Aprendiz' / DCA

Emprender un negocio, sea cual sea, no es un camino sencillo. Eso lo sabe todo aquel que se ha lanzado a la aventura del emprendimiento. Conseguir que funcione, más complicado aún. Y si a esto le sumamos parir un proyecto en el peor momento de la economía de este país, en plena crisis del año 2013, solo se puede entender si esas ganas tienen una mezcla de valentía y romanticismo a partes iguales.

Y ya se sabe, pocos negocios son capaces de generar tanto romanticismo como una librería. “Nos es que nos animasen demasiado”, dice Pepe Garrido cuando recuerda los inicios de la Librería ‘El Aprendiz’, situada en pleno centro de Puerto Real. Él, junto a Lourdes Pineda –primero amiga, luego cuñada y ahora socia- dieron forma a un proyecto que este domingo, 23 de abril, celebra su décimo aniversario.

Abrieron sus puertas en la calle Nueva, frente a la Plaza de Abastos, el Día del Libro de hace una década. Una fecha nada casual para tener la primera toma de contacto con el público de un negocio que, realmente, era totalmente desconocido para ellos.

Pepe y Lourdes atienden a una clienta en la librería
Pepe y Lourdes atienden a una clienta en la librería / José Antonio Tomás

“Lo que sí sabíamos era que nos encantaban los libros y que nos fascinaba leer, pero de vender libros sabíamos lo justito”, reconoce Pineda. “En muchas cosas hemos aprendido a base de errores, pero teníamos claro que esto tenía que funcionar sí o sí, y si no era de esta forma habría que buscar otra”.

La librería vende libros. Y aunque pueda sonar a perogrullada, no lo es. Se negocio es la venta de ejemplares, de distinto tipo, pero solo libros. Ni juguetes ni artículos de papelería ni cualquier otra cosa que no se pueda leer. Y eso también limita en un mercado cada vez más competitivo.

Concierto de violín en la puerta de la librería
Concierto de violín en la puerta de la librería / José Antonio Tomás

“Creemos que el libro es un producto muy distinto al de otros comercios -dice Pepe Garrido (con todo el respeto y admiración hacia otros compañeros comerciante)- porque no es solo vender un objeto. Es la historia que se cuenta, la cultura, la educación, el pensamiento crítico, el análisis…Nos gusta pensar, con toda la humildad, que estamos haciendo nuestra pequeña aportación a la sociedad”.

Y quizás, ese es uno de los secretos de la Librería El Aprendiz, que desde primer momento se ha concebido como un espacio abierto. “Es verdad que la pandemia, que no queremos ni recordar porque ha sido uno de los peores momentos de nuestra historia, frenó mucho la actividad. Pero siempre hemos intentado ofrecer iniciativas como presentaciones de libros, conciertos y recitales, entre otras”, explica Lourdes Pineda. “Y hasta algunas pestiñadas, que la gastronomía ha tenido también su espacio”, apunta Pepe.

También se han volcado con el público infantil, al que dedican la mitad de su librería, y han trabajado mucho en el fomento de la lectura. Por eso, no faltan a ninguna de las Ferias del Libro que organizan los colegios e institutos públicos de la ciudad. Además, también están detrás de otras iniciativas que nada tienen que ver con lo comercial, como la propuesta que impulsaron (y lograron) para que la escritora Almudena Grandes tuviese una Plaza en Puerto Real, justo delante de la Biblioteca Pública.

¿Cuál es el secreto para permanecer vivos tras una década? Pues no lo saben con certeza, pero sí creen que el ambiente que se ha creado en esta librería ha remado a favor. “Hay libros que se venden solos. Los que tienen la firma de un autor o autora muy conocido, los que están premiados y los que tienen una gran campaña de marketing detrás no necesitan un empujo nuestro. Pero sí es cierto que viene muchísima gente pidiendo recomendaciones porque esto no es como vender un melón, que se puede calar para ver cómo está en el momento, y por regla general solemos coincidir Pepe y yo en los que leemos y después recomendamos. Eso lo agradecen mucho nuestros amigos (que es como llaman a los clientes)”.

Pepe y Lourdes han disfrutado mucho estos diez años tras el mostrador. También han vivido momentos duros que han capeado como han podido: Crisis, pandemia y, ahora, el cierre por obras del Mercado de Abastos, han sido piedras en el camino. “Lo del Mercado se ha notado muchísimo porque el trasiego de gente por esta calle ya no es el mismo, pero esperemos que las obras duren poquito, que el Mercado quede bonito y se recupere pronto esa vida”.

En cualquier caso, saben que cuentan con un público fiel que tienen a El Aprendiz como librería de referencia. “Mira, tengo una amiga/clienta que es muy fan de Megan Maxwell, y en cuanto veo que saca libro nuevo yo se lo pido porque sé que el día del lanzamiento va a aparecer por esa puerta. Nunca falla”, dice Pepe sonriendo.

Una fiesta infantil en 'El Aprendiz'
Una fiesta infantil en 'El Aprendiz' / DCA

Cuando abrieron ese espacio con encanto lo bautizaron como El Aprendiz. Era un guiño al aprendizaje a través de los libros y un homenaje a los maestros de aprendices de Matagorda, muy ligados a Puerto Real.

Diez años después, tanto Pepe como Lourdes han escalado en su profesión hasta convertirse en maestros libreros gracias a su profesionalidad, su pasión y su entrega. Sin embargo, ellos siguen mirándose en el cristal de su escaparate y viendo el reflejo de los aprendices que levantaron la baraja por primera vez el 23 de abril de 2013. Y eso, quizás, sea la clave de su pequeño gran éxito.

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