Condenado a trece años y medio de cárcel por violar a su hija menor de edad

El padre la agredió sexualmente durante su adolescencia aprovechando los fines de semana alternos que pernoctaba en su casa

Julia Alarcón Cádiz

30 de septiembre 2016 - 05:01

La Audiencia Provincial de Cádiz ha condenado a un vecino de San Fernando a 13 años y medio de prisión por violar de forma continuada a su hija menor de edad. Asimismo, el tribunal de la Sección Primera ha impuesto al padre la prohibición de aproximarse a la joven y comunicarse con ella a través de cualquier medio por un periodo de tiempo de 14 años y medio. Finalmente, tendrá que indemnizarla en la cantidad de 10.000 euros por los daños personales causados.

La sentencia, que no es firme, contempla como hechos probados que el procesado tuvo una hija fruto de una relación sentimental que tan sólo duro dos años. Tras la ruptura, el padre tuvo poco contacto con la pequeña, si bien a partir de que ésta cumpliera los siete años la relación se reanudó, el progenitor comenzó a pasar una pensión alimenticia y se puso en marcha un régimen de visitas progresivo de forma que, en un principio, los encuentros sólo se producían por unas cuantas horas. Cuando la niña contaba con 12 años se iniciaron las visitas los domingos y, muy poco después, los fines de semanas alternos. El agresor y su hija pernoctaban en el domicilio que él compartía con sus padres -los abuelos paternos - en San Fernando.

Según la resolución judicial, al principio la chica era "reacia" a quedarse, hecho que le generaba ansiedad, pero acabó acostumbrándose con el tiempo. A pesar de que la vivienda disponía de estancias vacías, por imposición de su padre la adolescente debía dormir con él en la habitación principal aunque en camas separadas.

Cuando la joven empezó a salir con sus amigos, a los 14 años de edad aproximadamente, en las ocasiones en que le tocaba el fin de semana con su padre, éste la recogía en el lugar pactado cuando acababa la jornada de ocio y antes de volver a casa pasaba largos ratos consumiendo ron y Canasta en bares en presencia de la menor hasta que finalmente, en estado de afectación por el alcohol, volvían a la residencia familiar. A veces cuando esto sucedía le refería a la chica insultos del tipo "puta" y "guarra".

El tribunal expone que durante la etapa de adolescencia de la víctima, el ahora condenado se introducía en su cama en plena noche y tapándole la boca en prevención de que pudieran despertarse los abuelos, la agarró con fuerza y la agredió sexualmente.

En alguna ocasión, la hija llegó a gritar e incluso, tras producirse el ataque, acudió llorando al dormitorio de sus abuelos paternos a los que, sin referirle lo ocurrido, les manifestó que su padre "le hacía cosas" sin lograr reacción alguna de ellos.

La sentencia, cuyo ponente ha sido el magistrado Francisco Javier Gracia, especifica que en septiembre de 2012 el padre se metió desnudo en la cama de la menor y con ánimo de satisfacer su deseo libidinoso la arrinconó con fuerza dejándola inmovilizada y la volvió a agredir sexualmente hasta que ella lo empujó.

Para asegurarse que la niña no revelase nada, el violador la amenazaba con ir a su instituto a hacerle algo a ella o a su madre. También llegó a referirle que ella provocaba estos episodios traumáticos.

Además, cuando la joven comenzó a relacionarse con chicos de su edad, el padre decidió controlar sus contactos en las redes sociales. Incluso le bloqueaba el acceso o le cambiaba las claves cuando sospechaba que pudiera tener alguna relación afectiva con chavales de su edad. De hecho, en abril de 2013 el progenitor amenazó al que entonces era novio de su hija con desfigurarle la cara si seguía con ella, lo que desencadenó la ruptura de la pareja. Desde entonces la adolescente "ni quiso ni volvió a ver más a su padre", que se fue a vivir fuera de la provincia de Cádiz.

La víctima experimentó ansiedad, insomnio, rechazo al afecto y repetido absentismo escolar. Su tutora acabó preguntándole si había sufrido abusos por parte de su padre, a lo que ella reaccionó llorando y corriendo. La profesora decidió contárselo a la madre, lo que ocurrió a finales de 2013. La denuncia que ha dado lugar a este caso se interpuso en abril de 2014.

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