Con la venia

Fernando Santiago

fdosantiago@prensacadiz.org

El tridente aduanero

Con la manera en la que el Gobierno de España trata a la ciudad, la operación podría durar un siglo por lo menos

Papitas en elmuelle, la Alimentadora de Palomas y el Candidato a Todo, dicho con cariño, han vuelto por sus fueros aduaneros a raíz de la iniciativa municipal para descatalogar el edificio de la Aduana. El Tridente se han convertido en los únicos que defienden la pervivencia de un edificio notablemente feo y que interrumpe la visión de la estación antigua, mientras deja la Plaza de Sevilla convertida en un adefesio. En esta vida se puede defender todo, incluso contra la opinión mayoritaria y la de eminentes expertos. Faltaría más. Como la madre que ve desfilar a su niño con el paso cambiado y alega que es el resto de la tropa quien lleva mal el paso. En materia de gustos está todo escrito. O como el chiste que contaba mi padre: "un tipo va a examinarse de química y no tenía ni idea, le preguntan por el Ácido Sulfhídrico (que huele a huevos podridos) y empieza: es un ácido… con base de azufre… con un agradable olor… El presidente del tribunal le interrumpe ¿olor agradable? Huela. Cuando lo hace, el examinando dice : ¡y a mí que me gusta!" Pues en este caso es lo mismo. Cabe la posibilidad, remota aunque no sea imposible, que a Los Tres Sudamericanos de la Aduana les guste el edificio. No es descartable. Conviene recordar que en los nefastos tiempos de Paco Cabaña como presidente de la Diputación y secretario provincial del PSOE (hoy alejado del partido cuando ya no tiene cargo del que cobrar) la cultura provincial estaba en manos de la dependienta de una frutería y de la cajera de un Carrefour, dicho con todo el respeto para esos oficios. Así que no era de extrañar que con esa gente al mando se procediera a catalogar el edificio de la Aduana con el único fin de hacerle la puñeta a Teófila Martínez, que promovía el Plan Plaza de Sevilla. Plan, por cierto, que 15 años después sigue sin ponerse en marcha, por mucha unanimidad del pleno municipal para promover la descatalogación de la Aduana.

Cosa diferente es que se diga que derribar un edificio en buen estado, buscar suelo y construir otro nuevo puede ser un coste elevado en momentos de crisis. No sé si la operación costaría 10 ó 15 millones pero en todo caso parece una cantidad difícil de asumir en este momento. Por otra parte, con la manera en la que el Gobierno de España trata a la ciudad, la operación podría durar un siglo por lo menos, habida cuenta de los 10 años que lleva para arreglar la Comisaría, los 20 para hacer el edificio de la Subdelegación o la negligencia para arreglar las murallas. Si en esos temas, algunos urgentes, actúa con tal ineptitud, hacer un edificio nuevo que no es necesario nada más que a efectos urbanísticos podría quedar para un futuro lejano. Los que vivimos ahora no lo veríamos.

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