Nuestros dirigentes no es que estén siempre de vacaciones, es que no saben. El Centro de Fabricación Avanzada, el equipamiento de innovación tecnológica más importante que se ha gestado en los últimos tiempos, tres años después no tiene ni licencia de apertura. Y nos toman a risa, porque por aquí tampoco nadie se toma en serio nuestro porvenir. Ni nosotros mismos. Y no sólo hay que mirar a la Junta, la promotora del invento, aunque no haya dado la cara (de hormigón) en este tiempo, hablamos también de los Ayuntamientos y de cualquier institución llamada a luchar por nuestros intereses. Nos prometieron un espacio único para el sector aeronáutico y naval, auspiciado por Navantia y Airbus, y deseado por la Universidad, y ni un solo alcalde de la Bahía parece dispuesto a dar la batalla por el desarrollo más puntero para la industria, porque prefieren, sentados sobre el petate de su incapacidad, polemizar sobre el tiempo perdido. Que cada cual se las apañe como pueda, se dicen todos, mirando al vecino de reojo.

Si esta provincia contara con un grupo de poder que trazara estrategias para defender sus intereses, entonces no hablaríamos de Cádiz. Nuestro localismo es tan catequil y miope, que no sabemos sacarle brillo ni a la I Vuelta al Mundo, mientras Sevilla la hace suya por completo, aunque la expedición Magallanes-Elcano partiera de aquí mismo, para protagonizar la mayor gesta náutica de la historia. Nuestro pasotismo es tan extraordinario, que todo quisqui viene a prometernos las infraestructuras y equipamientos pendientes un año y otro, para olvidarse del asunto nada más salir en la foto y darse un baño en las playas de moda.

La incapacidad es tan grave que el dinero con nuestra dirección se queda en el cajón sin que nos pongamos de acuerdo en cómo invertirlo, de ahí que Europa nos pida que lo devolvamos cada cierto tiempo, como con el tranvía. Los alcaldes hacen la guerra por su cuenta y a lo sumo podemos hablar de alguna carta desde la Diputación para recordar al ministro de turno los asuntos de mayor calado para el despegue de la provincia. Seguro que el ministro Ábalos y el presidente andaluz Juanma Moreno se ponen a sudar cuando nos leen. En cambio, el Gobierno andaluz y los ministros sí se emplean cuando les aprietan fuerte y se trabaja a destajo y con las ideas claras. Sin ir más lejos, Sevilla ya cuenta en tiempo récord con un centro de referencia en investigación aeroespacial que financió la Junta, pese a no contar ni con fondos europeos. Pero porque en cualquier otra provincia, sus dirigentes y agentes sociales no se dejan ningunear y presionan por los proyectos que vertebran, cosa que aquí no sucede porque tocaría ponerse de acuerdo.

Aquí da igual que para ir a la playa te pases una hora a diario en Tres Caminos en un atasco. O que no contemos con un hospital regional de categoría. O que vivamos en la eterna promesa del desdoble para salir de Cádiz sin pagar un peaje. O que a nuestro puerto se le salten las lágrimas cada vez que ve un contenedor. O que Algeciras siga castigada sin su proyecto ferroviario. O que a nuestros astilleros se les consuele con lentejas porque Defensa siempre mimará antes a Ferrol y Cartagena. O que la Alta Velocidad sea un viejo chiste. O que al aeropuerto se le impida crecer. Mientras se sirvan las papas aliñás y la caña a mediodía y el gazpacho y la tortilla no falten, seguimos danzando. Cádiz perdió su centro de gravedad hace tanto, que sus políticos llegan a creerse que viven en otro planeta, negándose a sí mismos.

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