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Con la venia

Fernando Santiago

fdosantiago@prensacadiz.org

Otros tiempos

Siempre vi en Manolo Verano, Juan Pérez, Outerelo y en tantos otros la entrega y la inteligencia del sindicalismo

Como he alcanzado la edad provecta estoy más cerca del Mancomunado que de irme a un botellón sin mascarilla. No me queda más remedio que contar alguna batallita que otra, no hay nada más patético que querer parecer joven con más años que el Pópulo. La muerte del admirado Manolo Verano me ha traído a la memoria cuando le conocí. En 1986 había sido destituido de mi puesto por el presidente de la Diputación, Alfonso Perales, por pedir la salida de la OTAN. La UGT era ampliamente mayoritaria en el comité de empresa (tenía las tres cuartas partes de los delegados) y el PSOE gozaba de una mayoría absolutísima en la Corporación. No se sabía con certeza quién era sindicalista y quién político. Se había formado una corte de funcionarios al servicio de los caprichos del poder, muchos de ellos enchufados. El comité y la empresa acordaron que ese año tendríamos por toda subida 30.000 pesetas pagaderas de una vez y no consolidables. Convocaron una asamblea en Palacio donde la mayoría de los asistentes rechazaron el acuerdo, la UGT quiso echar un órdago y decidió hacer una asamblea de los trabajadores de todos los centros, donde también perdieron. Formamos un pequeño grupo de funcionarios contra ese acuerdo en el que estaban Fernando Moreno (luego fue a la UGT), Ángel Arana(se fue a la CSIF tiempo después), Charo Bernabé, Concha Maestre, Antonio Ares y quien suscribe. A raíz de aquella movida vino a verme a mi lugar de castigo Manolo Verano, que por entonces era responsable de acción sindical en la Unión Provincial de CCOO que dirigía el añorado Juan Pérez. Me afilié al sindicato donde ya estaban otros compañeros como el gran Pepe Toledo (que había estado en UGT porque era de la LCR y los trotskistas practicaban el entrismo) y José Antonio Galvín, ambos fallecidos, Luis Torres, José Luis Perea, Andrés Rosa, Manoli G. Acebal, Conchi Mestre y otros. A finales de 1987 ganamos las elecciones sindicales y me eligieron presidente de la Junta de Personal, que abandoné cuando vi la deriva que tomaba el sindicalismo, preocupados por defender a los más conflictivos y absentistas. Con el tiempo muchos sindicalistas comenzaron a colocar a sus familiares a cambio de que los dirigentes de la Diputación de turno colocaran a los suyos o a los compañeros de partido: el sueño de la razón produce monstruos. Siempre vi en Manolo Verano, en Juan Pérez, en Ramón Outerelo, en Fermín Rodríguez, en Manolo Ruiz, en Javier Fajardo, en Miguel Alberto, en Trillo, Chulián, Paco Heredia, Agustín, Isidoro y tantos otros la entrega y la inteligencia del sindicalismo. Historias de abuelo Cebolleta. Lo ridículo sería que quisiera parecer joven, como quien en aquellos años era meritorio en el PSOE.

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