Me dicen que las visitas turísticas al Real Observatorio de la Armada y al Arsenal de la Carraca suman más que las que hacen al "Espacio Camarón" que hay hoy (Plaza Juan Vargas y la Venta, Cementerio, la Fragua y la Peña Camarón). Pregunto: ¿Y? Si de lo que se trata es de que la gente venga a San Fernando a conocer la ciudad, tomarse un café o una cerveza, comprar un recuerdo o algo que de pronto necesita, o pernoctar llegado el caso y hacer turismo de más alcance, todo suma ¿no? Pues no, hay quien se fija en esto, que hay menos visitas aquí que allí, como si hubiera un contable de la Cámara de Cuentas de Andalucía (la que cuenta los euros que le robaron a la ciudad cuando entonces) al mando de una cuadrilla de contables en la puerta del Arsenal o en la del Real Observatorio, para cotejar con las visitas a los actuales lugares camaroneros. Estamos ya en esto de pelearnos con nuestra propia sombra. O matando moscas con nuestro propio rabo (figurado, naturalmente). La Isla fue una en el dolor por los paisanos que perdieron la vida en la curva de Angrois pero silenciado el último lamento de las campanas de las iglesias que tañeron a difuntos volvimos al deporte preferido, el auto flagelo. El "Tú, más". O menos. Y así esta polémica un poco absurda cuando lo importante serían las cifras globales de visitas y la repercusión en la ciudad, o sea, en sus empresas, de las mismas.

En estos días (no lo sigo, la verdad, pero lo sé) habrá en Cádiz, frente a sus playas lo que llaman el "Festival Aéreo". ¿Qué significa eso? Que varios miles de personas se van a Cádiz a ver el espectáculo. Que tiene una repercusión indudable en la economía de la pequeña empresa (bares, restaurantes, etc.) de la zona. Es como lo vivido en Bahía Sur la tarde-noche en que vino el Cádiz a jugar al Iberoamericano el primer partido de la Liga. Toda la zona de restauración de Bahía Sur "sufrió" la llegada de varios centenares de amarillos de la capital sedientos de cervezas y tapas para ir a ver a su equipo...empatar. Si no hay algo que mueva, pues no se mueve nada. Quienes lo saben, lo llevan a la práctica y benefician a sus empresas, que luego son las que contratan a los trabajadores. Son como las recetas de la abuela, una suerte de economía de andar por casa pero que todos entendemos.

Bien, pero la gente que vive en la república de su casa no es tonta (hagamos un guiño a la publicidad). Quiero decir que no se sube con la cítara a lo alto de la colina para ver el incendio de Roma... Le gustaría que lo que visita sea "visitable". Y no se esté cayendo a pedazos. Pero de esto hablamos otro día. Ahora solo decir que todo suma, lo cual que me podría haber ahorrado casi 500 palabras. Más que nada porque lo que no suma, ¿resta?

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