No están en juego millones de euros, pero es nuestro sorteo. Con la misma ilusión, diría que con el nervio más latente en el tamborileo de pies y manos, lo vivimos y celebramos. A Momo, al que se le reza con coplas y copas, dígame usted si no es un Dios verdadero, se encomendaron los hombres y mujeres que cruzarán este año sus fiestas navideñas con las idas y venidas a la modista o al costurero, al artesano o la creativa, al local de ensayo. La suerte no está en un bombo, no, vive en unas bolsas de terciopelo de un rojo tan preciso que nos llama a las míticas cortinas del Falla. La suerte a unos esquiva, a otros siempre pegada. La suerte, bendita suerte, de una tierra chiquitita con una gente muy grande. Enorme. Gente que, con mejor o peor suerte, canta sus cuitas y sus victorias, haciendo de una diminuta fiesta popular, el gran tributo a las artes. Porque en Cádiz se escribe y se canta. Cómo se canta, diosmomodemialma... Qué suerte.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios