EL del martes fue el día mundial del yo ya lo dije y del yo ya lo sabía. Al parecer, media España sabía lo que iba a acontecer en el Camp Nou en ese simulacro de partido que fue el Barcelona-Real Madrid. Resulta que ahora todo quisqui tenía claro que aquello iba a ser una carnicería y que sólo unos cuantos ingenuos podían soñar con un duelo compensado.

De esto se desprende que, menos los madridistas, todos tienen ya claro que la temporada ha terminado, que el enésimo proyecto de Florentino Pérez también ha fracasado y que el Barcelona puede ir preparando ya los festejos de sus títulos.

Los triunfos conseguidos hasta el momento por el equipo de ese pésimo entrenador apellidado Mourinho se han producido ante rivales de escasa valía y los que dicen ser estrellas del fútbol que visten de blanco están a años luz del actual líder de la competición. Leyendo y oyendo a más de uno el pasado martes se podía pensar que es evitar el descenso lo que le queda al otrora campeonísimo madrileño.

El martes fue un día para el lógico recochineo y para que el universo culé pudiera vengarse de las afrentas lanzadas desde esa prensa de Madrid que tanto antimadridismo está creando en un país que ya no puede ver al que en su momento era el equipo del gobierno. El martes fue el día de la sonrisa irónica y de las ocurrentísimas bromas que surgen a raíz de ese invento de la manita.

También fue el día de descanso de la plantilla madridista tras el desastre del Camp Nou. Mourinho no atendió la petición popular de castigar a sus jugadores o quizá es que también leyó y escuchó a los que dan por muerto y enterrado a su equipo y ya, quizá, ni siquiera merezca la pena seguir entrenando porque el pescado está más que vendido. Por lo visto no hay un mañana para el Madrid. Yo, por si acaso, me apunto todo lo dicho y escrito el martes para revisarlo el próximo 30 de junio...