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Con la venia

Fernando Santiago

fdosantiago@prensacadiz.org

La nueva subnormalidad

A mí que nadie me ofrezca el codo porque me entran ganas de darle un codazo comosi fuera Panadero Díaz

Dijo Luis Aragonés: "al cabo del día digo más veces vete a tomar por culo que hola". Yo soy mucho del Sabio de Hortaleza, me pasa algo parecido, solo me falta gritar lo que le dijo a Kovacevic "además de malo eres feo". Voy por la calle y si alguien me recrimina no llevar mascarilla , suelto un exabrupto parecido. Voy a tener que ponerme en el pecho un protocolo, que es lo que hacen ahora todos los bares y las tiendas, donde diga: no me pongo mascarilla si hago deporte y si puedo mantener la distancia de seguridad, con alguna interjección que enfatice la información. Qué pesada es la gente con las mascarillas. Los hay que se sientan en una terraza con las mascarilla, como si se pudiera beber con el cubrebocas, que dirían en América. Menos mal que el Selu ha sacado una versión de Los Enteraos sobre los epidemiólogos de casapuerta y los cagones.

Algo parecido me pasa con chocarse los codos: eso es de nardas. A mí que nadie me ofrezca el codo porque me entran ganas de darle un codazo como si fuera Panadero Díaz. Qué codo ni codo, el que no quiera el contacto que mantenga la distancia y al que no le importe o se quiera suicidar (versión hipocondríacos) pues que estreche la mano, dé un beso o incluso un abrazo, a vida o muerte. Ya se supo el motivo por el que Fali y Paco Jémez decían defender que las pruebas se las hicieran antes a los sanitarios: ambos estaban asustados, como se pudo apreciar por las diferentes medidas de protección del entrenador del Rayo cuando visitó el Carranza. Menos solidaridad y más sinceridad, si se tiene miedo, se dice. Estas normas de la normalidad nueva son para fusilar al que las ha inventado, sin esperar al amanecer. Los futbolistas suplentes en la grada a dos metros cada uno y con mascarilla, pero si saltan al campo se abrazan y se chocan. Los niños no pueden ir al colegio pero si los reunieras en una terraza no habría ningún problema. Los universitarios tienen que trabajar en sus casas pero pueden ir al cine con medio aforo. Ahora la moda es el teletrabajo: ya he escuchado a alguna decir que quién le va a pagar las horas extras o que tiene un niño chico como excusa para seguir en casa, cuando el colegio hubiera acabado hoy en condiciones normales. Para qué hablar de los ERTE: ni los comercios ni las tiendas quieren abrir porque ahora viven de lujo a costa de los españoles, para qué trabajar, para qué esforzarse, total: paga España. Da igual que el Estado se entrampe, sindicatos y patronal quieren seguir hasta diciembre , hasta el infinito y más allá.

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