De miedos

Salir juntos, encerrados juntos, esperanzados siempre. Lo único bueno de tener miedo es saberlo

Conservo un borroso recuerdo de lo que aprendí en el bachillerato sobre el miedo, recuerdo sólo dos palabras de la definición latina -distentio animi- y luego algo así como cum malum inminens… En definitiva se traducía así como "una tensión del alma ante un mal próximo o lejano… que nos acecha". Guardar en la memoria cosas tiene estas partidas, que uno las recuerda, aunque sea fragmentariamente. Es como lo que mi madre me contaba de la gripe del 17, que a ella la llevaron a casa de su madrina porque la suya la contrajo, al parecer. Era una niña muy pequeña y entonces no sabía que se trató de una pandemia especialmente mortífera. Por millones se cuenta su letalidad. Ha pasado a la historia como "la gripe española", con toda injusticia. O sea, no hay nada nuevo bajo el sol. Y ahora, un siglo y tres años después, otra gripe viene a diezmar la humanidad si no se vence antes (España cierra las fronteras terrestres, una alarma me lo ha dicho por el móvil en este momento), se llama "la gripe china", no no no, le han puesto un nombre de videojuego o de película espacial, Coronavirus 19. Y no se acaba de ver el miedo, esa tensión del alma ante un mal próximo o lejano que nos acecha, hay quizá temor, pero no el miedo que te paraliza y te aloba, te acobarda, te arrincona. Hay este sí pero no, ahora peluquerías sí y luego no, y ese grito severo del policía al paseante: ¡Se está muriendo la gente, váyase a su casa! Hay esto (ahora mismo 334 muertos, esta mañana 309 y 1000 enfermos nuevos) y, frente al desasosiego de tantos y tantos autónomos, los sesudos economistas calculando el porcentaje de caída del PIB español, europeo y mundial. Y todos los males que, por ese lado, traerá la pandemia. Los miedos se agrupan y arraciman. Los autónomos, que es tanta gente, tanta, ven un horizonte muy complicado; los trabajadores por cuenta ajena, que sólo tienen lo que tienen, pues imagina. La crisis arrasó los ahorros, ahora la pandemia empobrecerá todos los países por donde eche raíces.

Voy comprendiendo el miedo, esas palabras latinas del bachillerato. Nos alejábamos del recuerdo amargo de la guerra civil, queríamos que llegara un verano para siempre a nuestras vidas. Y vivimos así muchos años, entre esperanzas y lejanía de los miedos viejos. Y ahora esto, esta pandemia, esta catástrofe, este desasosiego del que tendremos que salir si no salimos nosotros del escenario del drama. Salir juntos, encerrados juntos, esperanzados siempre. Lo único bueno de tener miedo es saberlo. Ahí estará el remedio.

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