Cádiz huele a sal dice la canción. Si la canta Niña Pastori me cuesta mucho que no se me pongan los pelos de punta y se me aparezca en bendito sueño la playa de La Caleta con sus barcas de colores y los dos castillos de escoltas de lujo de la piedra cuadrá.

La última vez que escuche la canción, en una salinas de Puerto Real, con motivo del encuentro de cocineros internacionales convocados por Angel León, se me volvió a poner la carne de gallina del puchero, como más que se me ponen cuando escucho un pasodoble de Antonio Martín, de Martinez Ares o de Tino Tovar por la plaza La Cruz Verde un domingo soleado de Carnaval.

Alejandro Sanz merecía que "se le dieran los papeles" de hijo de Cádiz. No hace falta ninguna prueba de paternidad. Lleva muchos años demostrándole el amor a su madre sin pedirle nada de a cambio. Su canción "En la madrugá" es la mejor nana para soñar que le han regalado a la ciudad. Siempre se me viene a la mente cuando la escucho aquel genial anuncio del Diario, cuando una mujer abría un sobre en Nueva York y sacaba el periódico con violines de fondo tocando la canción.

El niño adoptado por Cádiz le compuso uno de los pregones de Carnaval más trabajados y más bonitos que se le han hecho a la ciudad poniéndole colores a las casas de la plaza San Antonio. Ha mostrado siempre su amor por la fiesta de la ciudad. En otro arranque este artista internacional con raíces alcalareñas terminó en un concierto cantando un pasodoble de Los Yesterday de Juan Carlos Aragón para que nos dieramos cuenta, sin palabras, de las maravillas que hacen muchos compositores de la ciudad.

El cantante, ese que canta "a veces soy tuyo y a veces del viento" ha demostrado que siempre es de Cádiz y que siempre se deja arrastrar por los vientos, sean de levante o de poniente, si les acercan hasta la calle Compañía, caminito de La Catedral. Era ya hora de mostrarle el cariño de la ciudad "con papeles" y de darle uno de los títulos más bonitos que uno puede recibir, el de hijo adoptivo. Como "buen hijo" ya lo ha agradecido y seguro que tiene muchos guiños guardados para su madre adoptiva por parte de Salitre y piedra ostionera.

Alejandro Sanz ha demostrado en muchas ocasiones su cariño hacia este rincón. Siempre que venga a visitarnos le tenemos que tener preparado un caldito del puchero para que se sienta como en casa.

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