DICE Evo Morales que la Cumbre Iberoamericana agoniza. Este declive del encuentro de mandatarios iberoamericanos no pudo iniciarse hace tres años. O cinco. Tiene que ser ahora, precisamente que le toca acogerlo a Cádiz el próximo año. Todo esto no hace más que corroborar mi teoría: a esta ciudad la han mirado mil tuertos. Según lo visto en la capital paraguaya, donde se han ausentado hasta 11 presidentes, y lo declarado por el presidente de Bolivia, a Cádiz, dentro de un año, no va a venir desde la otra orilla ni Carlos Mejía Godoy con los de Palacagüina. A Evo no le ha gustado la cumbre de Asunción, aunque valora que se apoyara su reivindicación del consumo tradicional de la hoja de coca. ¿No ha habido un asunto más destacado en la cumbre? Es como si en Cádiz, donde gusta mucho un Valdepeñas, se celebrara la Cumbre de Gredos. Don Juan Carlos, convenza usted a Evo. Dígale que le vamos a regalar un jersey de Tinoco. Lo mismo cuela.