Fiestas Todas las ferias en la provincia de Cádiz para este mayo de 2024

Pablo-Manuel Durio

pdurio@diariodecadiz.com

La humilde grandeza de la clausura

El entierro de una monja carmelita de Cádiz, Purificación de María Mancebo Caja, sirve para volver a resaltar el valor de la sencillez y la entrega de estas religiosas

El columbario del convento de las monjas carmelitas de Cádiz.

El columbario del convento de las monjas carmelitas de Cádiz.

¿Cómo puede alguien que se ha llevado más de tres décadas sin salir de las cuatro paredes que delimitan su convento congregar a tanta gente el día de su despedida?. ¿Cómo puede traspasar las paredes de la clausura tanta entrega y tanta autenticidad? ¿Cómo puede una comunidad que vive en la oración, en la contemplación y en la elaboración de los pocos dulces que pueden salir hoy por el torno llegar a tantas personas? ¿Y cómo se puede alguien morir tan en silencio y ser enterrada con tanto poderío pese a la sencillez y la sobriedad de la ceremonia?

La última despedida a una de las monjas carmelitas que resisten a los tiempos actuales en el convento de la calle Costa Rica en Cádiz, la hermana Purificación de María Mancebo Caja, ha vuelto a ser una demostración de la grandeza de la clausura. La misa de corpore in sepulto de la religiosa fue un reconocimiento más de la sociedad gaditana a estas monjas que atienden a la vida desde el pequeño convento del barrio de San Carlos.

No dispusieron en la iglesia del Corpus Christi alfombras, ni exornos especiales ni elemento alguno fuera de lo habitual para la misa celebrada en la mañana del día de la Constitución, a excepción de varios centros de flores blancas distribuidos en el altar mayor. Pero no cabía más solemnidad durante la ceremonia. Pocas misas de exequias cuentan con el obispo de la diócesis presidiendo y media docena de sacerdotes, algunos desplazados expresamente para la ocasión desde Sevilla (como Pedro José Rodríguez) o desde San Fernando (como el prior de los carmelitas, Pablo Rubio).

Las voces de las propias carmelitas redondearon la solemnidad de esta celebración religiosa que llenó los bancos de las tres naves del Corpus Christi, donde se dieron cita los familiares de la carmelita fallecida (como un matrimonio que se presentó al obispo como "los sobrinos de la tía Puri"), asiduos al culto de este templo, miembros de la familia gaditana del Carmelo (de la orden seglar y de la archicofradía) y personas vinculadas o cercanas a estas monjas de Argüelles. Como Fernando y su mujer, que son los padres de Elena, una joven que se hizo monja en este convento y que ahora sigue viviendo en clausura en Madrid; o como Joaquín, que vino desde Toledo a sumarse al pesar por la muerte de la hermana Purificación de María.

La emotiva despedida culminó con el canto de acción de gracias que las religiosas entonaron durante la comunión, en el que agradecían al Señor "todo lo que nos das y lo que nos quitas", con el féretro de Purificación de María delante de estas religiosas que con su humildad, su discreción y la verdad que viven con tanta entrega dentro de las paredes de su convento volvieron a trasladar tanta grandeza al exterior.

Descanse en paz esta religiosa que tomó el voto carmelita a los 50 años de edad (en el año 1991) tras pasar los años anteriores cuidando de sus padres enfermos y que falleció el martes a los 82 años.

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