Inexorablemente todos nos vamos, pero sentimos y deseamos, como en esta ocasión, que algunos deberían retrasarse en esa despedida, por el bien que hacen y practican. José Pedro Pérez-Llorca, un gaditano de enorme valía, ha hecho mucho por esta ciudad. Sí, porque aunque es celebrada su precisa y valiosa aportación como padre de la patria en la gestación de la Constitución, tan buena como vigente, queremos destacar aquí, sus valores en su gaditanía y cariño por su ciudad natal.

Carmen, su viuda, también de la Bahía, más concretamente de San Fernando, formaba con él una pareja que era un lujo para estas tierras. Nuestro mejor recuerdo para ella que se queda, y se queda sin la compañía que añoraba en el descanso del guerrero incansable por la libertad en la casa de la Alameda, tantas veces añorada para vivirla con más tiempo y disfrute cercano a sus raíces, ya terminadas las obras necesarias de accesibilidad que requerían.

La Real Academia Provincial de Bellas Artes lo hizo compañero de Corporación. Como muchas otras instituciones, que se enorgullecieron de tenerlo en sus nóminas. José Pedro, y lo atestiguo personalmente, no solo se preocupó de España con un ejemplar carácter de agregación y cordura, sino muy especialmente de su Cádiz original –de ello ya hace 78 años, todavía demasiado joven para irse–, y donde comentábamos, ya él como Presidente del Patronato del Prado, dónde ubicar las colecciones que luego fueron viniendo una tras otra, a esta tierra, testimonio de ese amor por su casa.

Descanse en paz el excelente amigo, compañero académico, ateneísta, tertuliano, etcétera, que nos supo dar ejemplo de cómo tratar los asuntos de la vida. Siempre delicadamente, siempre con la aplicada y atenta ironía del sabio y siempre con el desparpajo de una persona de esta tierra, noble y sin falsas vueltas. Lástima que esta última vuelta que le lleva al Olimpo, por el espacio luminoso que siempre ofreció, solo tenga un recorrido de ida. Te recordaremos siempre. Nuestro sincero pésame a Carmen y a toda su familia.