La estela de Zapatero

Son muchas las coincidencias entre los mandatos de Rodríguez Zapatero y de Pedro Sánchez

La otra mañana, en lo de Herrera, pudimos escuchar la apasionada defensa por José Luis Rodríguez Zapatero de la gestión del Gobierno, ese mismo que acaba de ser puesto en solfa por el electorado hasta el punto de motivar la celebración de elecciones con la canícula de julio. Lo que la mayoría ha visto como una jugada táctica y oportunista, que además fastidia los intereses personales más elementales de la gente, es sin embargo valorada por el ex presidente como un golpe de audacia propio de un gran demócrata. En realidad, tampoco hay que extrañarse, ¿o acaso no ha seguido el presidente Sánchez la estela marcada en su día por el otro, cuando con la mejor sonrisa cambió el rumbo en el que hasta entonces se reconocía la socialdemocracia clásica?

Son muchas las coincidencias entre uno y otro mandato. Como Sánchez, Zapatero accedió al Gobierno en medio de un ambiente excepcional, en aquella ocasión motivada por los atentados de Atocha que sin duda influyeron en el resultado de las elecciones de 2004. Los acuerdos del Gobierno de Sánchez con fuerzas políticas de distinto tipo y condición, tienen un antecedente en aquel Pacto del Tinell, operación encaminada a orillar en cualquier circunstancia al Partido Popular, vinculando su suerte a separatistas y filoterroristas. Las leyes revisionistas de memoria histórica, más allá del justo deber de reparación, como punto de no retorno. O el empuje legislativo en derechos sociales, representado sobre todo en el matrimonio homosexual o la aprobación de una ley de plazos para el aborto, que en la presente legislatura también ha tenido su secuela, si bien con unos resultados parece que no tan aceptados por los ciudadanos.

Hay, sin embargo, algunas diferencias, de las que a mí me gustaría destacar dos. La todavía vigencia del bipartidismo a principios del siglo permitió al presidente Zapatero gobernar sin las hipotecas de un socio de coalición, que ha terminado por ser, como él mismo vaticinó, un tormento para Sánchez. Agobiado por la gran crisis de 2008 y presa de los recortes que no tuvo más remedio que acometer, el presidente Zapatero tiró la toalla y no se presentó a las elecciones de 2011 en las que arrasaría Mariano Rajoy, dejando el Partido como un erial. Sánchez no lo hará, entre otras cosas porque en su ADN está el presentar siempre la batalla, aunque tiene también, como su maestro, todas las papeletas para perderla.

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