Turismo Cuánto cuesta el alquiler vacacional en los municipios costeros de Cádiz para este verano de 2024

Los campos de la tarde

Nos habla el corazón del caminante, mientras describe el paisaje y el interior del hombre que lo recorre

Cualquier manera de suspender, aunque sea por unas horas, el penoso e inmisericorde asedio de lo que llaman actualidad, una realidad paralela y cada vez más invasiva, se ofrece como una bendición que no exime de atender a escenarios en los que nos jugamos mucho, pero ayuda a tomar distancia de otros que sólo distraen o no aportan verdaderamente nada. Conocer es recordar, de acuerdo con la teoría platónica de la reminiscencia, que referida no al orden de las ideas puras o las improbables encarnaciones pretéritas, sino al de la experiencia que ya tenemos pero a veces se olvida, asediados como estamos por las urgencias y los simulacros, implica volver a sentir o volver a conectar, identificando entre el ruido ensordecedor el callado latido de las cosas importantes. Lo propician, desde luego, las buenas lecturas, y en el caso que nos ocupa lo ha hecho y muy intensamente la de un hermoso poema de Jesús Tortajada, Los campos de la tarde, que ya mereció hace unos años el veterano premio Alcaraván y ha sido recogido por el autor en su excelente entrega homónima. Precedido de un epígrafe de Muñoz Rojas, donde el maestro apela al corazón que "se hace sentido" y "lo sabe, lo acecha todo, lo espera todo", el poema discurre en tres movimientos de elegante ritmo endecasilábico, y es precisamente el corazón del caminante el que parece hablarnos, mientras describe a la vez el sugestivo paisaje de la "sierra eterna" y el interior del hombre que lo recorre: "...Entera pasa / mi vida por la tierra, entre hojas secas / se esparce la memoria mientras ando". De antiguo viene esa fusión de la naturaleza con los cambiantes estados del alma, que obsesionó a los poetas del final de la centuria antepasada pero puede rastrearse muy atrás en el tiempo y es probable que ya rondara a los más remotos ancestros, cuando descubrían la soledad "brillando igual / que un astro con luz propia". E igual o tanto más la consideración de aquella como un ámbito sagrado, que inspira una profunda reverencia, un íntimo sentimiento de devoción vinculado a las formas más primitivas y perdurables de la experiencia religiosa, aludida por el poeta a través de imágenes inequívocas que hablan de cantos de alabanza, de un rezo de vísperas, de la comunión con una hoja humilde, de sagrarios y un altar hecho de luz. Leemos al buen Jesús y recordamos las voces de otros maestros como don Antonio Machado o el menos transitado Unamuno, también poeta del paisaje en la alta línea, ciertamente simbolista o en realidad tardorromántica, que caracteriza a buena parte de la gran poesía de la naturaleza.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios