La suerte de Vox es cosa de brujería. Lo escribí hace poco: si se meten con Vox, votos que le suman y si hablan bien, también. Hacen un vídeo a caballo de Abascal que parece que se le desboca (el vídeo), pero se embrida y termina dándole presencia mediática. Cualquier salida insólita les aprovecha. Cuando publiqué esa observación, un amable comentarista recordó que Trump afirmó en un momento de su campaña que ya, aunque saliese a la calle con una pistola, todo sumaba.

Dejémonos de pistolas, que las carga el diablo. Tenemos un ejemplo mucho más cercano de la baraka de Vox. El punto 35 de su pacto con el PP rezaba: "Apoyar y promover las expresiones culturales y populares andaluzas como el flamenco o la Semana Santa". Yo estaba de acuerdo con el análisis de Berta González de Vega: "Sinceramente no hacía falta". El estado de salud de las expresiones culturales andaluzas es tan boyante como para no necesitar apoyos ni promociones ni mucho menos explícitas en todo un pacto de gobierno. Me dejé caer a mi modo cuando sugerí que al pacto le sobraban puntos obvios o intrascendentes.

Así estaban las cosas a los ojos de cualquier crítico racional. Pero viene la baraka, la baraka de Vox y ¿qué pasa? Pues que la flamante consejera por la sección ciudadana Rocío Ruíz escribió hace cinco años un artículo muy tonto (sin ánimo de ofender) arremetiendo contra… la Semana Santa. De golpe y porrazo, aquel punto del acuerdo de Vox, que parecía una levantá teatral, decorativa, se justificaba del todo, y les viene ni que pintado para erigirse en defensores de una fiesta tan amada por casi todos los andaluces y, por último pero no menos, para protestar con eco de tambores y cornetas por el poco caso que el PP parece estar haciendo del acuerdo entre ambos.

La cuestión en sí no tiene demasiado recorrido oficial: la señora ha pedido disculpas y hay que reconocer que nadie (y aquí lo digo por mi propio interés) resiste el escrutinio de todas sus opiniones del pasado. Los columnistas exageramos mucho, histriónicos y estresados. Por supuesto que tampoco le faltaba razón en su artículo de ayer a Carlos Colón: ha ofendido gratuita y gravemente a grandes bolsas de votantes, y ahí le dolerá a ella. En el pecado (con perdón) lleva su estación de penitencia y la procesión -de una consejera de Igualdad que hizo tan extraños distingos- irá por dentro. Eso es lógico. Lo increíble es la chamba de Vox.

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