¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

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Urtasun y los toros, un ladrillo más en el muro

Se trata de volver a polarizar, de dividir a la sociedad española, de enfangarla en la bronca El banquete de los perros El ranking de los ridículos

Urtasun.

Urtasun. / EFE

YA lo advirtió Sánchez: esta va a ser la legislatura de la construcción del muro. Ese muro que va a dividir a los buenos españoles de los malos, a los periodistas afectos de los díscolos, a los jueces malvados de los buenos fiscales, a los progresistas de los conservadores... En ese sentido, la decisión del ministro de Cultura, Ernest Urtasun (antes un completo desconocido en el sector), de fulminar el Premio Nacional de Tauromaquia, tiene una lógica irreprochable. Se trata de volver a polarizar, de dividir a la sociedad, de enfangarla en la bronca, de poner un ladrillo más en esa empalizada que es el sanchismo. Olvídense de las razones esgrimidas por Cultura, lo de que los españoles van cada vez menos a los toros o que la sociedad manifiesta hoy una sensibilidad antitaurina. ¿Podría facilitar el ministerio el dato de cuántos ciudadanos van a espectáculos de danza contemporánea? Seguro que menos que a las corridas que se celebran en los puntos más recónditos de la geografía española. ¿Y cuántos apoyan al arte conceptual? Sospecho que menos de los que están pendientes de las orejas que corta Morante de la Puebla. Todos estamos hartos de ir a espectáculos o exposiciones sin apenas espectadores que consumen ingentes cantidades de recursos públicos. ¿Y eso justificaría atacar o marginar estos eventos? Evidentemente, no. Pese a lo que dice Urtasun, los toros siguen concitando interés en el público español. El año 2023 se cerró con 4,5 millones de entradas vendidas para asistir a espectáculos taurinos. ¿Cuántas artes pueden presumir de lo mismo? No muchas.

El fenómeno antitaurino es un Guadiana que aparece y desaparece en nuestra historia. No han sido poco los intentos de prohibir la Fiesta. Pero nunca se había usado la cuestión para enfrentar a los ciudadanos, como se está haciendo ahora. El animalismo, esa enfermedad que sufre Occidente y que conecta directamente con otros males (especialmente con el de la crisis de la natalidad), es la excusa de Urtasun para atacar tanto a un sector de la ciudadanía (mucho más plural en lo ideológico de lo que el limitado ministro cree) como a una expresión genuina de la cultura española. Porque, de alguna manera, se trata también de desnacionalizar la cultura, como ya se ha hecho con la educación o la sanidad.

Más allá de eso y del orgullo herido, la retirada del premio no afectará especialmente a la tauromaquia. Los toros es un sector independiente y autosuficiente, que no necesita de la teta pública para sobrevivir. ¿Todos pueden decir lo mismo en el ministerio de Cultura? No, claro que no.

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