Con la venia

Fernando Santiago

fdosantiago@prensacadiz.org

Tildes

La irrupción de las redes sociales ha llevado a muchos concejales del equipo de gobierno a cometer faltas de ortografía garrafales

Enrique Tierno Galván ha sido el alcalde más ilustrado de todos los que ha habido en España. Los bandos que promulgó forman parte de la historia española, escritos con esa vieja sorna que le llevaba a utilizar expresiones arcaicas, como aquella definición de fútbol: “expresión anglicana, que en nuestro común castellano equivale a que once diestros y aventajados atletas compitan en el esfuerzo de impulsar con los pies y la cabeza una bola elástica, con el afán, a veces desmesurado, de introducirla en el lugar solícitamente guardado por otra cuadrilla de once atletas, y viceversa”. En Cádiz ha habido concejales ilustrados (Josefina, Garófano, por citar dos casos) aunque nunca hemos tenido un alcalde con la altura intelectual de Tierno, para nuestra desgracia. Hemos pasado de “tanto tuiter y tanto Internet” a “que suenen los pitos de las ollas”. Ese lenguaje de simple a populachero que se ha empleado en la ciudad de Cádiz al menos no tenía faltas de ortografía, lo que es un alivio. Ha habido concejales de escaso nivel. Hemos tenido una concejala de “cosas chungas”, pero también un doctor en Ciencias Económicas o una licenciada en Bellas Artes, incluso un perito en pintura que ejerció en Arte y Naturaleza. La irrupción de las redes sociales, el ansia por hacer cosas y la obsesión por opinar sobre lo divino y lo humano ha llevado a muchos concejales del actual equipo de gobierno a cometer faltas de ortografía garrafales, y eso que uno de los asesores del PP ha sido contratado con la específica función de dedicarse a las redes sociales, aunque utiliza las del Ayuntamiento a mayor gloria del poder que le ha obsequiado con su canonjía. Así podemos ver al Teru, el concejal más dicharachero, una especie de Paco Vivas sin capa de Caballero Hospitalario y sin luces verdes, rojas y amarillas, que cada día escribe con desmesura, con el grave problema de que se olvida poner las tildes. No sé en qué colegio estudió el Teru, pero si yo hubiera sido su profesor no le habría aprobado ni una. Beatriz Gandullo tiene tal empeño en contarnos su vida que comete unas faltas de concordancia brutales, es posible que su mente vaya a mayor velocidad que sus dedos. El caso más llamativo es del que fuera Hermano Mayor del Nazareno, maestro de profesión en un colegio público de San Fernando, al que se le olvidan las tildes. No sé qué especialidad imparte Verdulla (en la foto), pero dudo mucho que sus alumnos vayan a ser gente formada. Quizás por eso lleva a sus hijos a un colegio privado concertado. El alcalde debería contratar a un asesor de ortografía que repasase aquello que ponen sus concejales en las redes sociales. No llegarán al nivel de Tierno, pero que tampoco parezcan ignorantes.

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