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rafael / sánchez Saus

Tiempos nuevos, odres nuevos

SE perfila un panorama que día a día nos aleja de lo que en todo Occidente ha supuesto el estallido de la crisis para acercarnos, a paso ligero, a situaciones que empiezan a recordar, salvando distancias pero recurriendo a ejemplos cercanos y vivos en la memoria, al colapso del socialismo real en los países del Este. Es muy probable que la conjunción del grave deterioro socioeconómico y político con el descrédito de las instituciones, el desánimo colectivo, la crisis de la propia nación y la dramática ausencia de liderazgo que padecemos, acabe generando cambios de gran alcance que supongan el comienzo de un tiempo nuevo y la clausura del iniciado con la Transición. De lo que pase en los próximos meses puede depender la desestabilización de la democracia y la irrupción de un ciclo de conflictos, como tantas veces ocurriera en el desastroso siglo XIX, o el hallazgo de una salida que garantice la convivencia sobre bases sólidas y compartidas, fundadas en el sentir de las mayorías sociales -tan ignoradas en España-, en la exigencia de justicia y en el amparo de la libertad.

Pensaba en ello a raíz del encuentro mantenido hace unos días por el arzobispo de Sevilla, monseñor Asenjo, con una amplia representación de la sociedad civil de la diócesis, más de cien personas destacadas en los ámbitos de la cultura, la universidad, la empresa, los medios de comunicación, el voluntariado social, las profesiones, etc. Un poder de convocatoria que quizá sólo la Iglesia posee hoy, puesto al servicio de la reflexión sobre lo que está pasando y las posibles soluciones. Pudieron oírse planteamientos tan plurales como siempre han sido los de los católicos en estos temas, pero la impresión de un escucha atento es que de allí, de ese numeroso e influyente grupo de cristianos, podía nacer una voz valiente y bien articulada en defensa del bien común que alcanzara eco en toda España, una llamada a la regeneración social y de la vida pública por encima de banderías, un impulso que nos ayudara a explorar nuevos caminos al margen de los dictados por los grupos de presión y las ideologías dominantes. Esa fue la difícil y heroica misión que asumieron los católicos en algunos países del Este, no por casualidad aquellos que pudieron superar con menos traumas el hundimiento del comunismo y afrontar la nueva etapa con más firmes fundamentos.

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