LA democracia es como la palmera canariense, bella y frondosa, pero si la ataca el escarabajo picudo, poco a poco le va comiendo sus entrañas y se va marchitando, sus hojas tristes caídas y terminan por no tener más que un inhiesto tronco estéril.

El día 23 nos invitó el presidente del Congreso, José Bono, a cuantos habíamos sido diputados y testigos de aquella proeza: los salvadores de Patria con Tejero, Milans y Armada. Fue una reunión entrañable y evocadora. Algunos no nos veíamos desde entonces. Compañeros de filas y de hemiciclo, porque aquella noche no teníamos adversarios políticos, todos estábamos en el mismo barco. Treinta años tendrá ya Iñigo, hijo de mi compañero de escaño Faustino Muñoz, abrazo emocionado, que en aquellas quedas conversaciones nocturnas me hablaba de su recién nacido hijo y que nos encomendábamos unos a otros, caso de sobrevivir a aquella, que vivíamos como tragedia. Todos con más o menos canas pero con las mismas convicciones de entonces.

Ya quedan los rescoldos, en todo caso las ascuas de aquella asonada, el golpe de Estado nº 51 de los dos siglos XIX y XX. Ya suena a batallita, pero no está de más recordarlo. Hoy día, pese a la crisis, al paro, las dificultades de todo tipo que agobian a España, a nadie se le ocurriría llamar a un General para gobernar el país. Curiosamente entonces todo el mundo conocía los nombres de los Capitanes Generales, hoy día ni los periodistas saben sus nombres, es como si a alguien se le preguntara cómo se llama el director general de Tráfico de la Comunidad Murciana.

La Democracia ha triunfado, y la Dictadura ha fracasado, lo vemos hasta en esos países vecinos nuestros que se levantan en masa contra sus mesiánicos dirigentes. La Dictadura no es perfecta, en su corazón está el germen del autoritarismo, del engreimiento y del atropello de las libertades. Pero la Democracia tampoco lo es y ahí debe estar su grandeza, porque hemos de hacerla cada vez mejor. Hay que vacunarla de las plagas, de la maleza y hacer que produzca buenos y hermosos racimos de dátiles. A treinta años de aquello, el mensaje está claro... ¡Hagamos más perfecta la Democracia!

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios