Pareja mal avenida

Las trifulcas entre PSOE y Podemos crean en la ciudadanía incertidumbre e inseguridad políticas

Al restaurarse la democracia, las primeras elecciones municipales evidenciaron, en muchos lugares, la necesidad que tenían los partidos de hacer pactos de investidura o a coaligarse para conformar los gobiernos. Más adelante, con las autonómicas ocurrió algo similar. Esa fue la tónica general hasta el momento actual. No siempre un partido obtiene mayoría absoluta, por lo que no queda más remedio que alcanzar acuerdos para la investidura o convocar nuevos comicios -en el caso de las autonómicas o generales-. Con sus dimes y diretes los gobiernos de coalición han funcionado, lo que no es contradictorio con el hecho de que las diferencias entre distintas formaciones políticas originen, a veces, algún que otro rifirrafe, en el fondo, sin mayor importancia. Sin embargo, la primera experiencia de un gobierno de coalición en la Moncloa, entre PSOE y Podemos dista mucho de la habida en esas otras instituciones. Hay que aceptar que cada una de las partes sirve a la otra para garantizarse la supervivencia en el poder y, en el caso de Podemos, además, para intentar frenar su declive, y en esto no se aparta de otras coaliciones. No obstante, sí hay otros aspectos que le son particulares a esta. Uno son las trifulcas que afloran a la luz pública entre un sector y otro, de una manera que crean en la ciudadanía incertidumbre e inseguridad políticas, a la par que una percepción de reiterado conflicto agrio y tenso dentro del Consejo de Ministros. La última ha sido la relativa a la reforma de las pensiones, que exasperó al titular de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones en el programa radiofónico que dirige Carlos Alsina. Al margen de si lo del computo de años se había tratado o no en la comisión delegada, lo que queda al descubierto es el nulo o escaso interés de los podemitas por arreglar el asunto de puertas para adentro, y es así porque Pablo Iglesias vive políticamente de la continua provocación a través de los medios y redes sociales. Este es solo un ejemplo entre muchos más. La convivencia de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias es la de una pareja mal avenida, que se soportan por necesidad y que entre abracitos o sonrisas de conveniencia -estilo Melania Trump- no dejan de darse puñaladitas -el primero a través de sus ministros- en un intento de que el otro se desangre poco a poco. Nunca es deseable una situación como esta, pero ahora lo es mucho menos, con una pandemia llevándose vidas, dejando secuelas y con una crisis económica grave, pero es lo que tenemos.

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