Somos localistas, mayores, con una percepción de que la educación no sirve para nada, dependientes... Radiografía de una ciudad decadente pero tan real que a nadie nos debe sorprender porque lo vemos día a día. Nos hemos convertido en una ciudad conformista, donde se traga por todo y con una mentalidad equivocada de que poseemos derechos de todo tipo pero obviamos los deberes. Las administraciones me tienen que arreglar todo pero por el camino dejamos la formación, nos abonamos al fracaso escolar como una huida hacia adelante para después exigir que las castañas nos las saquen del fuego. La crítica la dejamos para el Carnaval y casi ni ahí somos capaces de abrirnos las costuras para mirarnos los defectos. Hemos creado un modo de vida que se va transmitiendo de generación en generación a base de la subsistencia. Cuestión de necesidad pero también de educación. Un oscuro panorama.

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