EL ALAMBIQUE

Alejandro / Barragán

Ofú, la Feria

DICEN que ya huele a Feria. Pero para mí, el olor de la Feria es bastante desagradable. Fritanga, cerveza reseca, sudor. Se salva quizá el olor de los pimientos fritos. Pero, por lo demás, decir que ya huele a Feria no creo que sea lo más acertado. Y eso que yo suelo usar esta expresión, que conste. Total, que ya huele a Feria. Y a basura, porque la fiesta grande de la ciudad genera tal cantidad de basura que no veas lo que nos cuesta en impuestos recogerla. Y con la Feria también llega el ruido infernal. Porque los vecinos de la zona, y de algo más lejos también, tienen que aguantarse con el murmullo del gigante de Las Banderas día tras día, hasta el lunes por la noche, casi sin descanso. Les guste o no la Feria. Y nos deberíamos acordar también de los pobres ancianos del asilo, que después de un año de obras en el edificio, ahora tienen que soportar con alegría el alboroto incansable de los feriantes, del mediodía hasta la madrugada, como mínimo. Y tendremos que aguantarnos con ver peleas entre gente hecha y derecha, y borracha. Y con los robos. Porque cuando te la intentan colar con esos precios inhumanos es como si te robaran. Y eso ocurre normalmente, a no ser que puedas ir de gañote, que también se da a menudo en ciertos estratos sociales.

Y arranca la Feria con levante. Para disfrutar del picor de ojos. El albero volando, albero en los bolsillos y albero entre los dedos de los pies. Albero hasta en la cartera. Y el calor? Vamos a ver si no nos caen en la cabeza las gotas de sudor condensadas en las lonas de las casetas, como ya ha sucedido en otras ediciones que aún recuerdo. Para colmo de males, la empresa de autobuses urbanos sigue en sus trece y tendremos que ir o andando, que es un paseo, o en taxi, que es una pasta, o en coche. En coche, buscar aparcamiento tiene que ser muy divertido. Humorístico, incluso. A no ser, claro, que también tengas enchufe, como me pasaba a mí antes. Era comodísimo tener pase VIP.

Sin embargo, después de valorar todos estos contras y no ver con claridad ningún pro mientras escribo esto, siento unas ganas irrefrenables de tomarme un finito con los colegas. Y hacer el paripé, como si supiera bailar sevillanas, en lo alto de un tablao. Aunque sea sólo un ratito.

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