EL ser humano siempre ha tenido una relación importante con las grandes construcciones. Es el caso de la Gran Muralla China, designada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Con más de 20.000 kilómetros de longitud, su construcción se calcula que se prolongó más de 2.000 años.

Otro ejemplo son las Pirámides de Egipto. No está muy claro el procedimiento que siguieron para su construcción, que se inició hace unos 5.000 años, pero en cualquier caso se estima que el tiempo dedicado para una pirámide pudo ser de unos 25 años. Casi nada comparado con lo que se tardaba en construir una Catedral, varios cientos de años.

En Cádiz también contamos con grandes construcciones, como es el caso del Teatro Romano. No es posible aventurar cuánto se tardó en construir, pero sí que se necesitaron más de mil años en ir construyendo encima y que el Teatro quedara soterrado. Hasta el año 1980 no se descubre, precisamente haciendo unas excavaciones arqueológicas buscando la localización del Castillo de la Villa.

Lo de las obras de soterramiento, por tanto, vienen de antiguo. Además del Teatro Romano hubo una época que se conoce como la arquitectura de los soterramientos, en la que en Cádiz se soterraban los coches, y se cuenta en la ciudad con un gran número de aparcamientos subterráneos. A esta época corresponde el soterramiento de la vía del tren, que también llevó su tiempo.

En este escenario, y viendo las obras del segundo puente, el historiador griego Epaminondas plantea varias cuestiones: dado que no se ha soterrado, ¿supone el fin de la arquitectura de los soterramientos?; por lo que está tardando, ¿llegará a durar más que la construcción de una pirámide?; si fuera así ¿diríamos que se trata de una verdadera obra faraónica?; será uno de los puentes más altos del mundo y uno de los más largos de Europa, ¿habremos empezado la era de la arquitectura de los récords?. Según los datos que maneja Epaminondas, en estos momentos se trata del puente en construcción más antiguo que se conoce, todo un récord.