En tránsito

eduardo / jordá

Merluzos contra besugos

LEO no sé dónde que la FAES de José María Aznar pide quitar el salario mínimo y reducir las prestaciones de desempleo. Es asombroso. Hay un incendio en la bodega del barco, los marineros están a punto de amotinarse porque llevan meses sin cobrar, apenas queda combustible en los tanques, los armadores se han llevado a escondidas toda la carga que había en la bodega, pero en los selectos camarotes de primera clase todavía están bailando el vals, mientras que Lord Answer (o Ánsar) le pide a sir Roderick que le pase el tarro de la mostaza porque el muslo de pularda está un poco soso. Y lord Answer, después de comerse la pularda, se dirige ceñudo al oficial que vigila el comedor: Contramaestre, reduzca a la mitad el rancho de la marinería. Nos estamos quedando sin reservas de comida en el barco.

Así actúa esta gente. Y lo peor de todo es que estamos aprisionados entre dos opciones igualmente calamitosas: la de los privilegiados que no están dispuestos a ceder ni un centímetro en sus privilegios y que se están encerrando en un búnker ideológico muy parecido al de los últimos tiempos del franquismo, y por el otro lado, la de los desesperados que han caído en manos de una cuadrilla de listillos que se han leído el catecismo de don Carlos Marx y quieren dar un salario social a todo el mundo sin saber de dónde va a salir el dinero. Por la derecha, cerrazón y ceguera temeraria, y por el otro lado, delirio e irracionalidad igualmente temerarias. Y en medio ya no parece haber opciones de centro que apuesten por el sentido común, la inteligencia y las reformas graduales. O si las hay, parecen cada vez más debilitadas y desorientadas.

Estamos entrando en el peligroso periodo de las opciones a cara o cruz. O todo o nada. O lo que hay ahora o empezar desde cero. O el PP o la revolución. Los años treinta -no lo olvidemos- fueron así. Si no fuera tan triste, podríamos decir que estamos en la época de los besugos contra los merluzos, o al revés, da lo mismo. A un lado, los privilegiados que encima piden más sacrificios y más recortes a una población que ya está harta de sufrirlos; y al otro, los ilusos que quieren dar un salario social a todo el mundo y crear miles de empleos públicos que nadie sabe cómo se podrán pagar. El sentido de la realidad ha desaparecido por completo. Y entre la cerrazón de la clase dirigente y los charlatanes alternativos que sólo saben decir que no, no hay nadie que piense un poco con la cabeza y que se atreva a proponer algo que sea factible. Mal negocio.

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