Gastronomía José Carlos Capel: “Lo que nos une a los españoles es la tortilla de patatas y El Corte Inglés”

Mártires y verdugos

Las estadísticas no han de cambiar el Código Penal pero deben orientar las políticas de inmigración y seguridad

Tierra de mártires de nuevo. El asesinato del sacristán Diego Valencia y el ataque a un sacerdote en Algeciras son espeluznantes. Además del crimen, por los lugares sagrados donde se produjeron y porque su móvil es el odio a una religión y una cultura. A pasos agigantados y por una gran frivolidad de nuestros responsables (que esperemos que alguna vez lo sean), nos encontramos ante eventos que sólo pasaban en países con una emigración muy descontrolada. Por eso, aunque ya habíamos tenido gravísimos atentados yihadistas, es un salto cualitativo.

Estos atentados son cometidos por los fieles de una religión. Con la lógica que rige en la Ley de Violencia de Género, que castiga más el mismo delito si lo cometen los hombres porque estadísticamente los perpetran más que las mujeres, ¿los atentados deberían estar más penados según la fe del asesino? Yo no estoy de acuerdo con esa lógica que vulnera el principio de igualdad por razón de sexo o, en su caso, de religión. Creo que los asesinatos se tienen que penar en todos los casos igual.

Igual, y con mucha más dureza. Las estadísticas, sin embargo, sí tienen una utilidad. Orientar las políticas preventivas, de inmigración y de seguridad nacional. No todos los musulmanes son yihadistas, ni muchísimo menos, pero todos los yihadistas son musulmanes, y ni uno menos. Por otro lado, sería inteligente no cerrar los ojos a la relación entre la inmigración ilegal y la subsiguiente delincuencia. Lo que no tiene nada de raro porque ya la inmigración ilegal es un quebrantamiento de la legalidad. Siempre me fascinó el verso de Dante que reza: "el sol y las demás estrellas", recordándonos que el sol es también una estrella, aunque, a base de verlo de día y tan cerca, se nos olvida. Pues igual habría que decir: la inmigración ilegal y los demás delitos.

Los sacerdotes quedan especialmente expuestos a estos ataques, porque son personas consagradas, porque sirven en lugares abiertos al público, porque muchos son muy mayores y porque a menudo están solitarios. Vulnerabilidades que tendrían que hacer que el Derecho los protegiese con más atención. El martirio es uno de los testimonios más altos de fe y tiene el premio eterno de la túnica blanca lavada en la sangre del cordero y de ser semilla de cristianos. Lo creo firmemente, pero como ciudadanos de un Estado todavía no fallido tenemos que evitar que España se convierta en tierra de mártires.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios