Yo te digo mi verdad

Ideologías

Hay un ardid tradicional que es denigrar la 'ideología' comoun sistema de pensamiento inflexible y propio de izquierdas

Como en la filas de ese partido gustan de recurrir a la religión (en esto el epígono es el ex ministro Fernández Díaz), digamos que el PP se ha puesto a jugar a ser más papista que el Papa en la Europa que es, esta sí, la casa de todos. Y la formación más patriota, con permiso de Vox, se ha puesto del lado de los países más reticentes a conceder a España fondos que faciliten la salida de la crisis económica que está a punto de provocar en nuestro país el coronavirus.

Naturalmente, eso no se cuenta así, ni tampoco se dice que los populares no están dispuestos a ponerle fácil a Pedro Sánchez lo que él podría vender como un éxito personal siendo un éxito para España. Y entonces, lo que dice la formación más representativa de la derecha española es que esa ayuda imprescindible tiene que tener unas condiciones que "eviten el uso del dinero para proyectos ideológicos", es decir los planes del Gobierno de socialistas y podemitas. Que, como todo el mundo sabe, son principalmente destruir España y resucitarla convertida en Venezuela.

Viene la jugada enmarcada en un ardid tradicional que consiste en denigrar la llamada 'ideología' como un sistema de pensamiento inflexible y propio de las izquierdas. Por supuesto, en este entendido, el PP, la derecha, las múltiples corrientes neoliberales, no tendrían ideología, y las medidas que propugnan no se ven contaminadas, sino que serían simplemente la aplicación de la razón, el sentido común y la lógica, limpias de manipulaciones y de intereses.

En otras palabras, y con frases de Rajoy el andarín alérgico a las cuarentenas, sus planes y sus ejecuciones serían simplemente "hacer las cosas como dios manda", sin ideología, que sería lo mismo que decir sin ideas, aunque sí con doctrina. Se trata de aseverar que no hay otra forma sensata de hacer las cosas y que lo demás no son más que desvaríos, cuando no estratagemas diabólicas.

En otros tiempos (vale, sí, lo diré: en mis tiempos) ya se denigraba de manera sutil como 'de ideas', a cualquier persona que tuviera un comportamiento crítico y digamos que progresista, señalándola como un peligro. Miren si es antiguo eso de considerar sospechoso lo que Fernando VII llamó "la funesta manía de pensar". Se refería, igual que lo hacen ahora sus herederos inconscientes, a pensar de manera diferente.

En asuntos de pensamiento, a algunos les pasa como con el concepto de patria, ya de por sí peligroso, y es que sólo les vale el suyo propio. Que no es ideología, por supuesto.

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