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Yo te digo mi verdad

Hermosa política

La decisión de Sánchez es equivalente a presentar su dimisión y esperar a que los españoles la acepten o no

No me digan que no es hermosa, contradictoria, caprichosa y apasionante la democracia cuando se deja en los brazos de su verdadero dueño, el pueblo, para que la interpreten políticos capaces. Podemos equivocarnos al votar, pero sin ninguna duda las elecciones reflejan fielmente lo que la gente piensa y lo que (salta a la vista) siente. Así que, por las razones que sean y por más inexplicable que parezca, una mayoría de españoles rechaza a Pedro Sánchez a la vez que aprueba las medidas que toma, y ha decidido darle la bofetada que creen se merece pero en la mejilla de sus representantes, ya sean alcaldes o presidentas autonómicas.

Tras el palo de dimensiones galácticas, el presidente ha reaccionado de una manera inesperada pero, por otra parte, coherente con su forma de ser político, ese al que nunca le asustaron los desafíos. La jugada de adelantar elecciones parece la más arriesgada para él y su gobierno, entre todas las posibles después de la derrota del 28-M, pero ¿quién daba un euro por sus intenciones cuando decidió presentar una moción de censura contra Mariano Rajoy?

Lo normal sería que esta vez el batacazo del próximo 23-J fuera morrocotudo, pero nadie le podrá decir que se esconde. Al revés, con esta decisión de disolver las Cortes asume toda la responsabilidad de la derrota, y ante la cierta posibilidad de otra, siempre podrá bailar en una playa como Anthony Quinn en la escena final de ‘Zorba el griego’, riendo y gritando: “¿Habéis visto alguna vez un desastre de este tamaño?” Y, ya sin coche oficial, pensar tal vez en volver a ponerse al volante de su Peugeot para recorrer España, y reconquistarla.

De momento, el todavía presidente del Gobierno ha robado una buena parte de la crónica de su derrota a sus triunfantes rivales, a la par que la asume en primera persona, exculpando a sus alcaldes y barones. “¿No queríais elecciones anticipadas? pues ahí tenéis plato lleno” dice a la derecha, sin el rostro compungido que la mayoría de sus compañeros presentaron la noche anterior, y en una de las peticiones de revancha más rápidas que se recuerdan tras un resultado adverso.

La decisión de Sánchez es equivalente a presentar su dimisión y esperar a que los españoles la acepten o la revoquen. Y ahí estamos nosotros, de nuevo y maravillosamente soberanos para decidir a quién le confiamos el timón de este país, mientras admiramos la belleza de esta democracia.

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