Fiestas Todas las ferias en la provincia de Cádiz para este mayo de 2024

Yo te digo mi verdad

La boda

Todo lo que rodeó al enlace me pareció una representación que ya habría querido el genial don Ramón para uno de sus esperpentos

A veces, muchas o demasiadas, tiene el columnista la impresión de estar dejándose llevar por sus filias y fobias más acendradas, a lo mejor las menos razonadas. No es necesariamente malo cuando nos planteamos esto. Demasiado hacen los lectores con soportar la exhibición pública de los supuestos conocimientos que sustentan nuestras opiniones y la fuerza con la que las defendemos. El título de la sección que semanalmente les endoso sin pudor es “yo te digo mi verdad”, y con eso no quiero afirmar que lo que yo expreso lo sea, sino que remedo irónicamente una expresión con la que la gente de aquí siempre ha querido decir en realidad “te voy a decir lo que yo pienso”.

Viene esta introducción a cuento de las reacciones que me ha provocado la difusión por todos los medios públicos y privados de la boda del alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, con Teresa Urquijo, y que oscilan entre el estupor y la incredulidad, para terminar parándose en la sensación de que en este país somos, muchas veces, meros espectadores de lo que en realidad se cocina desde hace siglos entre las mismas familias.

Nada habría que decir sobre el casamiento entre dos españoles, si no fuera porque uno de ellos es el alcalde de la capital del Estado y, por tanto, figura política de primer nivel. Aun así, sigue siendo una ceremonia privada a pesar de que fue retransmitida en buena parte por la cadena pública autonómica, y allá cada uno con el buen o mal estilo de los trajes y los complementos que quisieran llevar, que eso, como bien se sabe, está tan abierto y por escribir como el libro de los gustos.

Pero claro, ya lo advertí al principio: cada uno, también los columnistas, tiene sus filias y fobias, y ni la aristocracia ni la plutocracia están entre las primeras de este que firma. Así que todo lo que rodeó al esperemos que feliz enlace, y con un desenlace que satisfaga a los contrayentes, me pareció una representación que ya habría querido el genial don Ramón para uno de sus esperpentos. En él no faltaron ni los figurantes antiguamente regios que parece que ya han quedado sólo para eso.

La exhibición fue un no se sabe muy bien qué. Ahora, yo te digo mi verdad, pareció más bien una parodia de otros grandes fastos que de vez en cuando se permiten los patricios para divertimento de la plebe, como un carnaval en el que ellos se entregan a la libertad y el gusto de mostrarse, también, zafios. Porque pueden.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios