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Yo te digo mi verdad

Hablar con Vox

Como alguien ha recordado en estos días, no se trata de con quién pactas sino de lo que pactas

Feijóo ha aceptado, no sabemos si a regañadientes, los pactos de gobierno con Vox, y los ha justificado porque “les ha votado mucha gente”. Me parece lógico. Lo que ya no comprendo es que ese mismo argumento no valga para los acuerdos del PSOE con Bildu o Esquerra Republicana, formaciones ambas muy ampliamente votadas en sus territorios. Tal vez el presidente del PP no se ha dado cuenta de la importancia y la contradicción de sus palabras y sus hechos, como cuando alardea de haber apoyado al PSC para la alcaldía de Barcelona porque es preferible eso antes que un ayuntamiento independentista. O yo me he perdido algo o Feijoo ha acabado admitiendo que los socialistas son algo, si no deseable, al menos aceptable.

No considero deseables los llamados ‘cordones sanitarios’ en torno a ningún partido, a menos que predique abiertamente la violencia o vaya en contra de los derechos humanos. Incluso en alguno de estos casos, sus posiciones deben ser tenidas en cuenta precisamente si son votadas por millones de personas. A fin de cuentas, ese hecho refleja un estado de opinión que no se puede desdeñar. Con Vox hay que hablar, incluso aunque nos repugnen muchos de sus postulados, y no hay que perder de vista que al fin y al cabo son una escisión del PP y que todos ellos, y la mayoría de sus votantes, antes cabían en las filas y partidarios de los populares.

Como alguien ha recordado en estos días, no se trata de con quién pactas sino de lo que pactas. No estoy seguro de poder estar de acuerdo en muchas cosas con la gente de Vox, pero pienso que, si todas las partes concedieran a la otra la presunción de buena voluntad, podríamos acordar por lo menos que todos queremos lo mejor para el país. O hacer como si fuera así, y ya veríamos.

Hay cosas incomprensibles en algunas posiciones empecinadas de la ultraderecha. Por ejemplo ¿de dónde viene, y por qué hacen bandera de ello, esa negación a ultranza de la existencia de la violencia contra la mujer? ¿o su innegable odio a los inmigrantes, su negativa a estudiar la historia reciente de España y que se conozca por todos? ¿y su sentido privativo de este país, como si no hubiera otra forma de entenderlo que la suya? Ahí el PP se ha contagiado con el odioso lema de ‘O Sánchez o España’.

Todo eso yo diría que es inaceptable, pero negarse a hablar con quien tiene el apoyo de millones de españoles me parece un mal servicio al país.

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