LA falta de interés que provocan las elecciones europeas, demuestra que el sueño europeo nunca ha sido visto por los ciudadanos como un proyecto integrador ni tampoco como una casa común. Igualmente para los dirigentes de los países que forman la Comunidad, Europa ha sido y es un proyecto económico donde los intereses particulares de sus países son su mejor proyecto. La baja participación desde que se instauran las elecciones al Parlamento Europeo es una muestra del poco interés que el proyecto Europa tiene para la gran mayoría de los europeos. La crisis económica actual ha agrandado la falta de confianza que tienen los ciudadanos y sus políticos actuales en construir un proyecto económico y político global. El sueño europeo agrandado por los liderazgos de Felipe González, Mitterrand, Mario Soares, Delors, etc., no ha tenido continuidad con los actuales dirigentes sumidos en una gran mediocridad y falta de proyectos en común. Europa no termina de avanzar hacia un gran estado por culpa de los localismos y por la carencia de un liderazgo que crea en la causa común. La llegada de la crisis neoliberal ha puesto sobre la mesa la falta de acuerdos globales que tiene la política europeísta, donde la falta de acuerdos entre las dos potencias europeas, Francia y Alemania, ha arrastrado a los demás países. Pero la pregunta es dónde está la izquierda europea. La caída del Muro de Berlín sumió a la izquierda en una depresión ideológica que fue muy bien aprovechada por la derecha. La implantación de las políticas neoliberales fue asumida por una izquierda acomplejada que desde sus postulados sociales se dejó llevar por el impulso liberal. La falta de regulación de los mercados, la desaparición de las ideologías, fue asumida por una izquierda que no logra encontrar su ubicación. Ahora, cuando el fracaso de estas políticas liberales ha llevado al mundo a la peor crisis de su historia moderna, la izquierda europea continúa sin reaccionar. La canciller alemana Merkel logró imponer sus criterios económicos, que no políticos, frente a las peticiones de Obama de más inversiones públicas para desarrollar una necesaria política global de inversiones públicas que saque al mundo de la mayor crisis económica producida por la desregulación de la derecha. Merkel impuso sus intereses, los intereses de Alemania, frente a los intereses de Europa. Hay que preguntarse cómo la izquierda europea puede dar su apoyo a un presidente como Durao Barroso, que fue parte del gran proyecto de las Azores y es un político obscuro y liberal. Pero Europa necesita volver a la senda del consenso. Hay que restablecer la confianza y la solidaridad entre sus socios para desarrollar estrategias de cooperación políticas y económicas donde la creación de empleo, el medio ambiente, las nuevas tecnologías y la potenciación de las políticas sociales desde la solidaridad, sean las señas de identidad de la izquierda. Una izquierda necesaria en Europa, que después del fracaso de las políticas neoliberales debe recuperar su espacio. Por lo tanto, estas elecciones son importantísimas, son fundamentales para la izquierda. Los ciudadanos de izquierdas deben saber la importancia que tiene su voto en estas elecciones para la implantación de un nuevo modelo socioeconómico que necesita Europa y, por supuesto, para contrarrestar las políticas liberales que ha impuesto la derecha. Pero también es necesario que los partidos políticos hablen de Europa en sus mítines. Los partidos deben exponer sus proyectos, sus políticas, su modelo europeo a los ciudadanos y deben olvidarse de la política local. Deben comunicar el porqué necesitamos a Europa y ésta nos necesita a nosotros.

En definitiva, son los propios partidos y sus dirigentes los primeros que deben estar interesados en que funcione Europa. La izquierda necesita una Europa fuerte y unida y Europa necesita a una izquierda renovada, moderna y más activa para sacarnos de la crisis global que padecemos.