Desde Tribuna

José Joaquín / León /

Demasiadas ansiedades

VICTORIA clara del Cádiz ante el Lucena, al que perdonó una paliza de escándalo. El equipo local creó un sinfín de oportunidades clarísimas ante el peor rival que ha pasado por Carranza en lo que llevamos de temporada. Fue un partido para que Claudio Barragán hubiera debutado en el banquillo con una goleada, pero la mañana gafada de Airam y otros compañeros lo impidió. Al final del partido, lo más sorprendente fue que el Cádiz no hubiera marcado siete u ocho goles. Se tuvo que conformar con tres, y esto tiene una parte buena (victoria fácil) y una parte mala (errores en el remate).

El partido tuvo un principio definitorio de lo que se vería después. El Cádiz había salido con ganas, buscando ese gol tempranero de otros partidos. El Lucena, cuya defensa comandaba Domingo (sí, el mismo que estuvo aquí), desde que arrancó el juego dio evidentes síntomas de que sería una perita en dulce, el rival perfecto para el debut del entrenador, que siempre motiva más a los jugadores.

El Cádiz había salido con el lateral izquierdo Andrés Sánchez jugando en su sitio y con Mantecón en la derecha, lo que resultó mejor que el experimento anterior (al menos en este partido), pues al fin y al cabo Andrés no tiene la culpa de la lesión de Óscar Rubio. También salió con la dupla de Airam y Jona. Marcaron un gol cada uno y fallaron ni se sabe cuantos. Jona falló algunos de los que no se suelen fallar. Pero lo de Airam fue de pesadilla, pues se convirtió en víctima de su ansiedad goleadora.

Pronto empezó el recital. A los tres minutos, Villar le cede un balón a Airam, que solo y sin portero lo envía fuera. Eso lo desconcertó. Después Jona falló otro claro y Andrés envió un balón al palo, antes de que Kike Márquez culminara un pase medido de Juanma Espinosa para abrir el marcador en el minuto 23. Menos mal, porque el partido empezaba a recordar al último de Carranza en la poca puntería. Si bien con la diferencia de que El Palo pareció mucho mejor equipo que este Lucena.

Cada llegada al área visitante era una jugada de gol. Por defectos de un rival que parecía de Tercera, una panda, pero también por virtudes propias. Garrido estuvo inconmensurable, más que de costumbre. Con un vendaje en la cabeza, tras una herida, destacaba aún más. A ese nivel aporta un plus que no existe sin Garrido. Fue una muralla en la zona ancha. Pero a eso se sumó que Juanma Espinosa pudo pasar a su antojo todos los balones que recibió, gracias también a que no le presionaban.

El Cádiz dominó siempre y no se durmió en ningún momento. Fue un aspecto muy positivo. Pero lo más negativo fue que se fallaron demasiadas ocasiones claras. Jona y Airam marcaron en la segunda parte, no sin fallar algunas más. El canario, que es un lanzador muy fiable de penaltis, mandó uno al graderío después de engañar al portero. Ahí fue donde expulsaron a Domingo. El Lucena jugó la última media hora con uno menos y sólo encajó un gol más, pese a que estaba roto y agotado.

Hay demasiadas ansiedades en este Cádiz. Las había y no han desaparecido aún. Hace falta más serenidad para los próximos partidos, en los que se debe perseguir el primer puesto sin excusas.

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