LOS eurodiputados acaban de sumarse a los controladores aéreos como nuevas huestes del Maligno, y mucho han tardado. Al noble arte de sisar dietas, se han unido la valiente decisión de no congelarse las nóminas -¿dónde habré escuchado yo lo de la contención salarial?- y, por supuesto, el sufrir una apoplejía ante la sugerencia -¡delirante, marxista!- de volar en clase turista .Dónde vamos a parar, puesto que los mil euros de diferencia con la clase business llevan implícita la circunstancia de volar con -y como hace- la chusma. Esa misma chusma que se aprieta los cinturones en Ruinair y destina un quintal del sueldo a pagarse la gasolina y cuarto y mitad a la hipoteca. En principio, como era de esperar, PP y PSOE rechazaron la propuesta, aunque más adelante los socialistas terminaran rectractándose -"Mmm... ¿no éramos obreros?"-. Afortundamente, existen Twitter, y sus temas (#eurodiputadoscaraduras), y la vergüenza virtual. Que, al parecer, es la única que conocen.