La cornucopia

Gonzalo Figueroa

"Concretemos", dijo Reynaldo

DOS escritos contrapuestos han llamado mi atención. Uno es la carta de don Federico Fernández-Llébrez al Director en la que se dirige a la presentadora Mercedes Milá, comunicándole su malestar por la "aberrante y desacertada pretensión de que los concursantes de su ýprogramaý "Gran Hermano" fuesen ancianosý" exclamando: "No entiendo ni comprendo cómo se le ha pasado eso por la imaginación".

El segundo es un extenso artículo de Marcos Peña, presidente del Consejo Económico y Social, publicado en El País, que se sintetiza así: "Rejuvenecer la población es casi imposible; el objetivo es que el envejecimiento sea socialmente activo".

En su misiva, don Federico expresa que "lo que necesitamos es tener tranquilidad, estar bien atendidosýpues ya tenemos bastante con haber llegado a la inexorable y sufrida vejez, para que vengan a complicarnos la vidaýNos conformamos con los viajes del Insersoý" terminando con un grito de guerra: "¡Por favor! Deje en paz a los ancianos y preocúpese de otros asuntos más serios e importantes".

Por su parte, el presidente Peña, en un entusiasta y constructivo mensaje promocional de la edad provecta, critica vehementemente a los que convierten a los viejos en "cosas", exigiendo en cambio que éstos ý" ocupen su puesto en la sociedad y a que el envejecimiento se sitúe en el centro de las agencias sociales". Y, ahondando en su vibrante invitación, critica la tendencia políticamente correcta de pasar a llamar a aquéllos "mayores" o "persona mayor", preguntándose "¿Pero mayor que quién?" y agregando: "Y no quiero ni recordar la sobrecogedora expresión de "nuestros mayores"; como si estuviéramos hablando de algo en propiedad que ni siquiera es de ellos". Su objetivo es claro: se trata de lograr lo que llama "el envejecimiento socialmente activo. O, dicho con otras palabras, la prolongación de la vida laboral y de la participación social tras la jubilación".

Adivinarán que disiento radicalmente de la opinión de don Federico y que abrazo con entusiasmo las recomendaciones del presidente Peña. Incluso, doy un paso más adelante: Su propuesta no la estimo sólo como un propósito social que se imponga a la población más joven para beneficiar a los mayorcitos. Creo que debe fustigarse a éstos para que se sacudan su vetustez y presenten batalla, su batalla, para gritar "sus conocimientos, sus experiencias yýsu tolerancia" (Peña).

Un diálogo resume mi filosofía: "¿Qué te parece, Reynaldo, si concretamos esto?" "Sí, Adelfa, concretemos", dijo Reynaldo. Y se casaron. Adelfa, 84 años. Reynaldo, 24.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios