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Cara a cara

Alberto Núñez Feijóo debía verse con Pedro Sánchez aunque no exista ni el concepto de confianza y sí la convicción de que se busca la trampa y no el consenso

Alberto Núñez Feijóo regresa a su escaño, con Pedro Sánchez en el suyo, al fondo.

Alberto Núñez Feijóo regresa a su escaño, con Pedro Sánchez en el suyo, al fondo. / Eduardo Parra · Europa Press

CONFRONTAR con quien no respeta los usos primarios que permiten el desarrollo democrático de una sociedad es una tarea titánica. Hay que tener una fortaleza moral hercúlea para mantenerse fiel a los principios al oponerse a quien desprecia el valor de las convicciones o de la palabra dada.

Es muy difícil, por ello, atender la llamada para reunirse con un presidente del Gobierno que lo ha sido defraudando sin ambages a su electorado, porque en vísperas de votar les dijo que no concedería una amnistía; que ha comprado los votos de su investidura pagando el precio de otorgar impunidad a otros políticos, que es el gran talón de Aquiles de la ley que borrará los delitos cometidos: los beneficiados la logran con una extorsión en la que su grupo político será uno de los votantes; que se deja humillar, y denigra así a España, aceptando que un mediador internacional con experiencia en conflictos armados verifique el cumplimiento de los pactos alcanzados; que blanquea a partidos dirigidos por condenados por terrorismo y que aún incluye a etarras con delitos de sangre en las sus listas electorales mientras se rasga las vestiduras con los pactos del PP con Vox; que miente en cada acción, incluso para justificar una insólita y deleznable apelación al nazismo ante un líder político alemán que alertaba ante la Eurocámara de su peligroso comportamiento iliberal.

En ese contexto, con tal oponente, el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, tenía que atender la propuesta de una reunión con el presidente del Gobierno. Porque la cita se la filtró Sánchez a la prensa el Día de la Constitución sin antes comentarla con Feijóo, al que ni siquiera ha llamado, sino que su gabinete contactó con el del líder del PP cinco días después. Y que ha usado al Gobierno y sus afines para lanzar una campaña porque no respondía como si él no hubiese hecho lo mismo con Mariano Rajoy años atrás (y sin que el presidente gallego hubiese ejecutado nada ni parecido a lo que ha cometido desde julio para mantenerse en el poder e impedir la alternancia democrática).

Y aunque no exista ni el concepto de confianza al plantearse hablar con Sánchez y sí la convicción de que busca la trampa y no el consenso, no había más alternativa que cumplir con la obligación de asistir. La decisión de Feijóo de aceptar imponiendo condiciones, con hábil parlamentarismo, es también acertada. La situación anómala creada por la amnistía justifica la anormalidad de celebrar el cara a cara entre líderes en el Congreso y no en la Moncloa. Y por ello, los acuerdos sólo serán posibles con garantías ejecutables que impidan que el engaño siga siendo la que marca la ejecutoria del Gobierno. Y si en algo es exigible por encima de los demás asuntos es en asegurar que el Ejecutivo no asalta el Poder Judicial.

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