Cuarto de Muestras

No tanto

Ha perdido de nuevo la opción más oficial, el orden establecido

Sánchez es mediocre y faltón, se pone tenso, aprieta la mandíbula pero sabe que la gente no está con el poder, que su gente está harta de suciedad, que la gente quiere un cambio después del espectáculo de su derrocamiento. Por eso cogió su coche y se lio a dar vueltas por España por más que lo ridiculizaran.

Lo de Sánchez unos lo llaman coherencia y otros cabezonería. No es nada distinto al triunfo del brexit o a la victoria de Trump. En las elecciones actuales, se celebren donde se celebren, no gana el caballo ganador que será apuesta fallida siempre. Se lleva lo incorrecto porque lo oficial no ha llevado a ninguna parte.

Nos escandalizamos porque no acertamos a comprender como un personaje como Trump puede ser nada menos que presidente de los E.E.U.U; mayor asombro causa que los ingleses decidan salir de Europa por su propio pie. Quizás por eso con Sánchez ya tenía todo el mundo la mosca detrás de la oreja mientras se le ridiculizaba durante la campaña. Puede ganar, pensaba incluso Susana Díaz por más que ella contara con el apoyo del aparato de su partido.

Como siempre, me interesan mucho más los votantes que los candidatos. Qué hace que la mayoría se decante por lo aparentemente menos conveniente llámese Trump, Brexit o Sánchez. Miro, escucho, pregunto y pienso que ha perdido una vez más la opción más oficial, el orden establecido que ha traído este desorden. Han perdido los que vendían la piel del oso antes de cazarlo. Ha perdido la corrección política que no tiene más ideología que la de mantener el estatus. La campaña a Sánchez se la han hecho los que le derrocaron y Zapatero y Felipe González y El País. La campaña se la han hecho el PP y sus escándalos y la propia Susana que no gusta nada con su discurso vacuo y oficialista de rey sin corona.

Lo malo para Sánchez le llega ahora. Cuando vuelva a coger las riendas que en su día le arrebataron y la realidad se vuelva más tozuda que él. Cuando tenga que decir que no es no, pero no tanto. Tendrá que hacer lo que cualquier político cuando toca pelo, desdecirse de sus principios, toparse con sus contradicciones, desilusionar a los que lo han votado, darle cabida a los que han perdido para tener controladas sus conspiraciones y vender unidad con los que le pusieron veneno en su plato. Ahora que le han dicho que sí no puede decir todo el tiempo no, no, no. No será no, pero no tanto. Y si no, vendrá otro. Al tiempo.

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