Con la venia

Fernando Santiago

fdosantiago@prensacadiz.org

¡Arrepentíos! El fin del mundo está cerca

NO supimos ver las señales que nos mandaban. Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis cabalgaban por la ciudad: Cadismo, Carnaval, Cofradías y Playismo se hicieron con nuestras vidas sin que nos diéramos cuenta , señales de que el fin del mundo estaba cerca: un alcalde ateo que salía de penitencia en el Nazareno y decía que muchos votantes de Podemos llevaban tatuada la imagen en el pecho, el Ayuntamiento del Cambio le daba una medalla a una Virgen, los mahometanos infieles construían corbetas en San Fernando con el apoyo de este mismo alcalde ("que suenen los pitos de las ollas"), el claustro de profesores de un colegio decide ponerle al centro el nombre de un controvertido(dejémoslo ahí) comparsista, se cambia el nombre al Estadio mientras los aficionados no pueden acudir con lo que muchos cadistas tienen que ponerse las camisetas de continuo, el alcalde se pone una barriga postiza y después hace un alegato contra lo gordofobia, todos los autores que por lo bajini insultaban a los autores muertos se deshacen en elogios, el representante municipal en croquetadas abandona el Equipo de Gobierno, la concejala de Cultura fotografía sus pies con insistencia, el Cádiz filial del Sevilla con la afición encantada, el sector sevillita de la Semana Santa se hace con el control de los medios de comunicación, el obispo elimina toda disidencia enviando al hospital al párroco de Conil, las calles de la ciudad se llenan de tiendas de campaña, quitan el nombre de Juan Carlos I a una avenida pero dejan su espantoso busto, la pérgola que costó millón y medio sale ardiendo. Han sido tantas las señalas enviadas por la Divina Providencia que no supimos interpretar su significado. Al final no habrá carnaval, ni Semana Santa, ni cadistas en las gradas. Solo falta que se cierren al baño las playas para que la ciudad cambie por completo. Ya que el Ayuntamiento solo ha puesto un carril bici y ha quitado a la diosa, tenía que ser una conjunción astral quien provocase los cambios que la ciudad necesitaba. La felicidad sería completa si se prohibiesen las play station, cerrase el Sálvame, los móviles solo sirvieran para hablar por teléfono y a la ciudad le diera por ponerse a leer algo distinto al enésimo libro sobre el Capitán Veneno o las memorias del director de una comparsa, libros convertidos en la cúspide intelectual de Cádiz. Pasaremos de cirios, megáfonos amarillos y gorgoritos de febrero a ciudadanos leyendo, como en la Edad de Oro de la ciudad. Los punteaos, los octavillitas, los cargadores, los brigadas, deberán buscar otra cosa en la que dedicar su tiempo. Para colmo Rosalía toca el pito de caña al revés, anda suelto Satanás.

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