El Alambique
Jesús Andrades
Tardes de Navidad
No hace mucho que las ciudades se ofrecían al turismo para traer riquezas a sus economías. Desde aquellos locos años del modernismo de la Costa del Sol hasta nuestros días, la llegada de visitantes ha cambiado mucho. Del turismo de sol y playa hoy se ofrece garantizar un turismo de mayor calidad, cultural, gastronómico, descanso y buenos servicios. Pero junto a este tipo de veraneantes, sigue existiendo una gran bolsa de visitantes atraídos por el sol, por las fiestas y por la diversión. Y esto ahora preocupa a los responsables de las ciudades y a sus ciudadanos.
La proliferación de los pisos turísticos, a un precio desorbitados, pero inferior a los hoteles, atraen el turismo que ahora los responsables políticos tratan de rechazar. Los ciudadanos están hartos de escándalos, de juergas y de tener que aguantar incomodidades además de las subidas de los precios de alquileres de viviendas, la mayoría ilegales, que ya no están a disposición de los ciudadanos locales. Los del lugar se ven obligados a emigrar a otras ciudades con alquileres más baratos y más cómodas.
Pero con todo esto, ¿quien o quienes están dispuestos a cerrar el grifo de la entrada de capital a sus ciudades? El turismo es la industria más importante de España y la única para algunas ciudades. El problema existe, el problema ha sido creado por los mismos que ahora quieren poner remedio, pero ¿cuál es la alternativa? Mientras se agranda el debate, todas las ciudades tienen su propio festival veraniego, igual que durante una época de no hace mucho se puso de moda tener un Palacio de Congresos sin saber para qué, ahora todos compiten para tener su mejor festival agosteño que atraiga a un público más objetivo. Mientras tanto, Cáritas dice en su último informe que a pesar de la mejora una de cada cuatro personas se encuentra en situación de exclusión social y hace hincapié en la falta de calidad del empleo, señalando que un 50% de las personas que acuden a Cáritas tienen un empleo. Son los contrastes de la realidad social que tenemos.
Es lo que hay, la política fiestera, lo más fácil, ha sustituido a la política industrial, comercial, cultural. En San Fernando tenemos el ejemplo, fiestas casi todas las quincenas o más, mientras otras necesidades quedan en el olvido. Todavía aquí no nos sobra el turismo, pues tenemos poco a pesar de las variadas fiestas, pero sí otras necesidades. La ciudad se ha vuelto incomoda, las terrazas, los puestos y otras cosas, les han comido el sitio a los ciudadanos, no quedan aceras para pasear cómodamente, la circulación de vehículos por el centro necesita de una urgente planificación, el centro ya no es atractivo porque hace muchos años que no se le hecha dinero encima y esto no atrae capital de las grandes franquicias, las entradas y salidas de la ciudad a horas punta son un verdadero terror y las manchas de las aceras adornan su color. La moda de echar agua a los pipis de los perros deja sus señales por toda la ciudad además del deterioro del mobiliario. Hay que pasear por la ciudad para visualizar sus carencias. Y por cierto ¿es necesario gastarnos quince millones en un nuevo estadio de futbol? ¿De verdad no tenemos otras necesidades en la ciudad? .
Las mayorías absolutas, los largos periodos de gobiernos, parece que adormecen a los políticos en su pedestal y se olvidan de la calle, esa calle que es el espejo de la política. Buen verano a todos.
También te puede interesar
El Alambique
Jesús Andrades
Tardes de Navidad
La Corredera
Eran otros tiempos …
Tribuna Económica
Joaquín Aurioles
Inventarios de diciembre (2): mercado de trabajo
El parqué
Retroceso del Íbex
Lo último