El Tiempo Un inesperado cambio: del calor a temperaturas bajas y lluvias en pocos días

Fíjate en la arena. No podrías contar todos los granos. Puedes coger un puñado y lanzarlo al aire. O guardártelo en un bolsillo. Poco más. Fíjate ahora en las rocas. Nunca han sentido el dolor. Ni la pena. Pero pueden llorar. Claro que lloran. Y el mar. ¿Ves el mar? ¿Oyes cómo nos habla? Siempre está hablando. A veces brama, otras susurra. Hubo un tiempo en que nadie lo escuchaba.

Observa a esos viejos pescadores, preparando su barca, sus redes. Lo hacen tan lentamente. Pero no se escaparán sus peces. Si pudiéramos sumergirnos ahora mismo en el agua, veríamos bancos enteros, bailando. No los vemos, pero yo los intuyo. ¿Tú no? Imagina, imagina. Fíjate en aquellos críos jugando. Cada uno de sus gritos es una fiesta. Celebran la vida sin darse cuenta. Como tú. Sus vocecitas van siempre por delante, pero aprenden más de sus sombras que de otra cosa. Como tú. Y fíjate allí, donde están esas mujeres cargando unos canastos llenos de cangrejos. Coñetas, bocas. Los canastos los hacen ellas, y sus tías, que son las que saben y quienes enseñan a las demás. ¿Te gustaría aprender? Cuando trabajan el mimbre, las escucho cantar. Coplas y risas.

Fíjate, también cantan las hormigas cuando desfilan. Van de vuelta a casa, con la comida a cuestas. Siempre llevan lo justo y necesario, ordenadamente, sin discusiones. Y mira ahí. Mira ese gorrión, cómo corre. Hacía años que no se veían gorriones. Ni abejas. Cómo es posible, dirás. Pues fíjate. ¿Ves eso? Es un limonero. Nació ayer, ahí en medio, entre esos pinos. ¿Te lo puedes creer? Brotó, sin más, y no hubo nadie para verlo. En ese tipo de terreno, no sé cuánto aguantará. Pero qué más da. De dónde saldría la semilla, es lo que me pregunto

¿Tienes hambre? Traigo algunas aceitunas, ¿quieres? Y un poco de vino, de la bodega de mi prima. ¿Sabes?, antes la gente bebía otras cosas. Por un tiempo, el vino se convirtió en cosa de viejos. Pobre gente. Bueno, ¿nos vamos? El vecindario entero debe estar esperando a que lleguemos. Tenemos que encender el fuego.

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