El turismo no va a dar la espantada en Cádiz por una tasa turística. Igual que los clientes no abandonaron los bares y restaurantes cuando se impidió fumar ni cuando se limitaron los horarios de cierre de la hostelería. Ninguno de esos malos vaticinios se cumplieron. La sociedad se adaptó a los cambios igual que el turista se adaptará a que en su factura una pequeña cantidad de dinero, más tasita que tasa, se consigne como impuesto turístico, igual que pasa en muchos puntos de Europa: Lisboa, sin ir más lejos. Si una ciudad o un pueblo duplica o triplica su población en determinadas épocas del año, parece lógico que el municipio disponga de más presupuesto para prestar sus servicios de la forma más adecuada. Tres o cuatro euros, por poner un ejemplo, apenas se notará en la factura y ayudarán a reforzar los servicios de limpieza, de playas, de seguridad y de tráfico. Serán los beneficios de la tasita de plata.