Turismo Cuánto cuesta el alquiler vacacional en los municipios costeros de Cádiz para este verano de 2024

Hola, buenas, vengo a subirle el sueldo. Ah, no, por favor, gracias. ¿Por qué no quiere; por alguna razón religiosa? No, no, para nada. ¿Entonces? Es que no quiero generar polémicas estériles. No se preocupe, soy muy discreto, nadie se enterará. ¿Y cómo lo hace? Soy subidor de sueldos profesional, experto en enmascarar ascensos, prorratear minucias, generar pluses ocultos y siete especialidades más. Cobrará por ello. Qué va, lo hago de forma altruista. ¿No gana nada? Gano estatus, reputación, felicidad, y como mucho, alguna propinilla de mis clientes más favorecidos, pero no más. Ah, bueno, pues entonces, dele caña, súbamelo. Vale, cierre los ojos y bájese los pantalones. ¿Cómo? No, hombre, es broma. Ah, qué susto. Tranquilícese. Es que tiene un humor... Mire, firme en este papel, aquí abajito, donde aparece su nombre. ¿Cómo es que ya tiene mi nombre impreso ahí? Su nombre está por todas partes, fue fácil encontrarlo. ¿Tiene los impresos de todo el mundo ya preparados? No, no se confunda; no voy por ahí regalando aumentos al tuntún. Entonces, soy un elegido. Exacto, literalmente. ¿Y se puede saber por qué? Porque me ha caído usted bien. O sea, es una cuestión estética. Si lo quiere ver así. Es que no le veo otro sentido. Piense lo que quiera. Vale, vale, no se enfade. Firme aquí y punto, no le dé más vueltas. No habrá letra pequeña, ¿verdad? ¿A qué se refiere? A si tengo que trabajar más horas, o me va a retirar el seguro médico, la ayuda para la guardería o algo así. Se cree muy listo. Es que lo veo venir. Devuélvame el papel, creo que me he equivocado de persona. ¿Ya no me quiere subir el sueldo? No es que no quiera, es que no se lo merece. ¿Por? Porque me ha demostrado ser uno de esos que le miran el diente al caballo regalado, y acaban reclamando cosas del siglo veinte. Pues tome, quédese el papel, que ya me subiré el sueldo cuando me dé la gana. Mejor será. Adiós. Adiós, antipático. Anda y súbase el suyo, si es que puede. Ojalá, pero solo soy un mandao. Oh, qué lástima.

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