El succionador de clítoris

Resulta que es el objeto más vendido de Amazon y que, además, tiene las mejores críticas

Lo reconozco, estoy harto de escribir de política. Hoy el cuerpo me pedía escribir de algo más de andar por casa, aunque hay quien dice que donde menos lo encuentra es en casa (ese es otro tema), así que decidí hablar un poco de sexo. Sí, ya lo sé, que el título es un clickbait brutal y que posiblemente aparezca con inmediatez en el hit parade de los más leídos del Diario pero no es ese el objetivo (bueno, un poco).

Tal y como fijé la materia a tratar me planteé mil encajes de bolillos de esos que acostumbro tanto que ya ni sorprenderán: que si los políticos nos sodomizan, que si Pedro Sánchez el francés y ERC, que si hacienda griego los autónomos. Vamos, lo que a buen seguro todos ustedes pueden colegir sin necesidad de que yo se lo explique y al editor del Diario le dé un chungo. O un shungo. Total, que hablemos de sexo (que iba a ser el título originario).

Y en estas que aparece una amiga y me dice que por qué no hablo del succionador de clítoris y yo me digo para mí que qué es eso (el succionador, digo, no el clítoris). Mi amiga me aclara que es el objeto más vendido de Amazon y que, además, ha resultado ser el ítem con mejores críticas de esa web, con centenares, miles o millones de consumidoras satisfechas (nunca mejor dicho). Ostras (con perdón), pensé. Tiene que haber un significado oculto a descifrar en el éxito de un aparato que chupa genitales pero ¿cómo enlazar eso con el actual panorama político sin que me digan que soy un machista heteropatriarcal capitalista y vocero de la derecha, la izquierda, el arriba y el abajo? Fácil, transcribiendo las respuestas del consabido aparatejo. Con esa maña fallo (he dicho fallo) menos que Bale en el hoyo 9.

Pero resulta que estoy en Sanlúcar de Barrameda esperando a que empiece un partido de basket y ni tengo batería en el portátil ni red wifi ni ganas de mirar nada así que le he preguntado a los otros padres -sufridores- del baloncesto isleño y me ha contado Antonio Ruano, que lo tengo aquí al lado y no sabe que estoy escribiendo de él, que por lo visto en el programa La resistencia de Movistar, su presentador, el tal Broncano, siempre pregunta a los invitados por el succionador de clítoris como si recibiera pasta por la promoción televisiva de tan ingenioso artefacto sustituidor del cunnilingus natural. ¿Pasta? Por dios, qué malpensados somos todos.

Ahora es cuando yo debería finiquitar esta columna de un modo brillante, con una doble pirueta con caída libre, haciendo una filigrana intelectualoide que impresione al lector y le haga espetar: hay que ver el Montiel éste que siempre está igual. Pero no. Hoy no. El éxito de ese succionador clitoriano nos señala a muchos y muchas (seamos políticamente correctos): usamos mucho la lengua pero no con el uso adecuado. Como dijo un usuario de Amazon: "Es un producto nefasto. Destruye familias".

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